Antonio Elorza utiliza en su columna de El País unos argumentos parecidos a los míos en un post anterior: ¿qué sentido tiene no utilizar políticamente la sentencia del Estatut, en la que tenía razón, si se le va la cabeza unas semanas más tarde con la prohibición de los toros?
Antonio Elorza sobre Rajoy: "En el debate sobre el estado de la nación mantuvo la sorprendente postura de inhibición adoptada después de la sentencia del Constitucional, que a fin de cuentas, a pesar de la acumulación de confirmaciones de artículos, probaba la utilidad de que un partido político se hubiese decidido a poner en tela de juicio la constitucionalidad del Estatut. Como siempre, se mostró incapaz de explicar nada, aun cuando la ocasión se prestaba para una exhibición pedagógica de cara a su electorado y al conjunto de los españoles. José Luis Rodríguez Zapatero se sintió feliz para golpearle en el debate como culpable de la crisis desencadenada. Sin respuesta. Muchos dijeron que con su cautela trataba de favorecer el acercamiento futuro a CiU. Pues bien, llega la prohibición de las corridas de toros y no duda en encabezar la carga de la derecha española, más que contra los antitaurinos, contra Cataluña. El PP se queja de que en Cataluña crece el sentimiento antiespañol; su reacción ahora ha consistido en una verdadera explosión de anticatalanismo, que culminará con la proposición en el Congreso de anular el acuerdo catalán, contrario a esa joya cultural de la tortura animal que la Unesco debe reconocer".
Al todavía presidente Zapatero lo retrata perfectamente: "Entre tanto, Rodríguez Zapatero sigue fiel a sí mismo: sin una idea concreta en la cabeza, como pudo comprobarse en todo el itinerario del Estatut, possentencia incluida, pero con una decisión firme de eternizarse en el Gobierno para beneficiarse en el futuro de la soñada recuperación económica. En su cuadro de preocupaciones no entran la nación, ni el español, ni el Estado, ni la Constitución; por ello está dispuesto a socavar el contenido de la sentencia del Tribunal Constitucional cuanto sea necesario".
Suele hablarse del adanismo del Presidente, como si antes de él no hubiera existido nada. A mí me recuerda al último Hitler (no como persona, sería un disparate comparar a un asesino de masas con Zapatero), sino en que a Hitler no le importaba el pueblo alemán si caían derrotados. A Zapatero parece que no le importara España si no es la que él soñó.
sábado, 31 de julio de 2010
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