Finalizada su primera temporada, The Blacklist no aburre por la fascinación que muchos espectadores sentimos por los malvados: como el personaje que interpreta Javier Bardem en No es país para viejos o el Joker de Heath Ledger en el Batman de Nolan. El villano es el prota en The Blacklist: un estupendísimo -e
irreconocible- James Spader.
Con una buena dirección y mucho ritmo -dos de los capítulos están firmados por Joe Carnahan- el capítulo, un caso, me interesa, no así la historia de Elisabeth King, su pasado y su marido (aunque no descarto sorpresas en la segunda temporada: hay que pensar cómo ha mejorado Person of interest o lo bien que ha terminado Marvel's Agent of SHIELD). También creo que el equipo de Elisabeth King (la actriz Megan Boone) está desaprovechado, ya que los guionistas deberían desarrollar más historias paralelas. A actores como Alan Alda, Harry Lennix y Ryan Eggold les pueden sacar mucho partido. O apostar fuerte por las estrellas invitadas como Isabella Rosellini, porque el argumento de The Blacklist es simple pero efectivo: el criminal más buscado, Raymond Reddington, decide entregarse al FBI y ayudarlo a detener a otros criminales (aquí vendría las estrellas invitadas) con la condición de que en el equipo esté la agente Elisabeth King.
Si mejoran la trama larga, tendremos una serie de interés, de lo contrario durante un tiempo el villano de James Spader sostendra la función por un tiempo... hasta que de él nos aburramos también.
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