Nada ha hecho tanto daño a Europa (y con ella a todos los que nos han imitado) como el nacionalismo. Y nada tanto a las ideas progresistas como su alianza (en algunos casos matrimonio) con el nacionalismo. No requiere mucha explicación esta unión: la lucha de los nacionalismos contra los nacionalismos (pobre Imperio Austrohúngaro) se produjo a la vez que el nacimiento del socialismo. Los nacionalistas eran burgueses, así que después se la harían pagar a la izquierda, pero de principio los necesitaban por lo menos para que les disparan. Piensen en la Casa Saboya y Garibaldi. Piensen en El Gatopardo (hace unos años la restauraron), aunque sea por ver lo guapos que están Cardinale y Delon.
En España todavía fue peor la cosa: contra Franco los nacionalismos periféricos y el antifranquismo de izquierdas se unieron y hasta se produjeron engrendros como la suposición de que ETA era de los "nuestros" (de los suyos). Como dice Javier Cercas (no son palabras textuales): "la descentralización sí es una idea progresista, el nacionalismo todo lo contrario".
En El País, un artículo de Félix de Azúa: Los privilegios del fósil, la revista Taula de Canvi, la respuesta de los "intelectuales". La única digna, la de Montalbán
Félix de Azúa: "Que la así llamada "izquierda catalana" no haya superado ni un milímetro sus posiciones totalitarias de hace 30 años, que mantenga programas culturales que en Europa ya solo defiende la extrema derecha, ofrece algunas indicaciones de por qué el tripartito ha perdido cientos de miles de votos el mes pasado. Sin embargo, no enmiendan: para esta gerontocracia todo ha de seguir como en Taula de Canvi. En cuanto se supo la magnitud del fracaso salieron en tromba los más derechistas del Partido Socialista Catalán a decir que todo había sucedido por no haber sido lo suficientemente nacionalistas. Estos ideólogos delirantes querrían mantener intactas las estructuras de poder de hace 30 años porque garantizan su dominio sobre los demás y sus privilegios por encima de todo el mundo. El arrogante menosprecio con el que se dirigen a sus (ex) votantes indica que jamás aceptarán la realidad social catalana. Es muy chocante ver a un por así decirlo socialista envuelto en la bandera catalana. Es un oxímoron viviente. O quizás agonizante". "Esta es la ambición suprema de los nacionalistas catalanes: poseer la capacidad decisoria que determina quién es y quién no es catalán, herramienta totalitaria que nunca han soltado. Treinta años más tarde la segregación sigue intacta. El propio Montilla lo dijo en más de una ocasión: no basta con nacer y trabajar en Cataluña, hay que manifestar una voluntad pública de "ser catalán" para que el poder te considere catalán. Los comisarios controlan la exclusión y otorgan la integración según un metafísico "querer ser catalán" definido oportunamente por el mando".
El mismo día, en un artículo balance Enrique Gil Calvo: "Vuelco electoral catalán. El 28-N supuso una sonora derrota tanto del independentismo de ERC como de la ambigüedad filonacionalista del PSC. Lo cual demuestra que el nacionalismo de izquierdas es un oxímoron tan inverosímil como el sacerdocio de izquierdas. Y la victoria fue del tándem formado por el federalista Durán y el confederado Mas. ¿Sabrá Madrit explotar sus contradicciones internas?".
En clave nacional: Felix de Azúa repite un año más tarde argumentos, aunque en el conjunto de España, para explicar el descalabro socialista y el porqué de que antiguos votantes como él se quedaran en casa: "Los socialistas periféricos descubrieron el nacionalismo y fueron
aplaudidos por la ejecutiva, pero pasarán a ser irrelevantes porque esa
opción, a mi entender inequívocamente derechista, está muy bien
representada por los grupos oligárquicos urbanos y los ruralistas, una
unidad que ha funcionado perfectamente desde el siglo XIX. No es
menos confuso el sur, en donde el nacionalismo aún no ha cuajado (todo
llegará), pero cuyos dirigentes se dedican a la compra de voluntades de
un modo tan evidente que algunos acabarán en el banquillo. Así que
mientras los socialistas catalanes apoyan las muy reaccionarias tesis de
que Andalucía les roba el dinero, los socialistas andaluces se dedican a
repartir subvenciones para ganar votantes".
El artículo, Un descalabro, no tiene desperdicio. No se ahorra, sin embargo, la puya a IU que tienen muchos votantes y ex votantes socialistas "Dejar atrás la estúpida dialéctica de "el pueblo contra los banqueros",
que es una aceptable caricatura para Izquierda Unida, pero no para un
partido con ánimo de gobernar, tampoco parece fácil". Un descalabro.
PD. Y no, no se soluciona con los "Viva a España" de Bono.
PD. Oxímoron, según la RAE:"Combinación en una misma estructura sintáctica de dos palabras o expresiones de significado opuesto, que originan un nuevo sentido".
martes, 28 de diciembre de 2010
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
0 comentarios:
Publicar un comentario