domingo, 2 de enero de 2011

¿Merece la pena el cine sin tabaco?



Guillermo Cabrera Infante unió en un libro, Puro humo, su amor por el cine y los puros (también hablaba de cigarrillos).
Anteanoche (ya sé que se trata de una noche rara) vi de nuevo Cayo Largo, donde Edward G. Robinson se fumaba el mejor puro que he visto (también el cigarrillo funciona muy bien en Perdición, cuando invierten los papeles y es él quien tiene que darle fuego al amigo moribundo). Otros actores lo hacen igual de bien: no recuerdo en qué película, Bogart tenía la costumbre de encenderlo en la cara de algún matón (tenía que ser el fósforo, yo lo he intentado en uña, cara con algo de barba, paredes y no...). Y de mujeres, sin irnos de Edward G. Robinson, Joan Bennet como femme fatale.
En un artículo de hoy, no sé si en El País o el Mundo, hablaban del declive del tabaco en el cine. Pero poco hay más cinematográfico en el cine que el tabaco (salvo los sombreros absurdos que nadie llevaría en la realidad: piensen en el final de Casablanca, todos con sombrero, ahora quítenselos. No funcionaría). Menos mal que ya se ha subtitulado el piloto de Dirk Gently (del mismo autor, Douglas Adams, de Guía del autoestopista galáctico), donde le cambia más de cincuenta cigarrillos a un niño de diez años para que piratear el ordenador.

PD. Podemos acostumbraron al tabaco de mascar cuando estemos en discotecas y bares. Imagino que será un poco repugnante comerse la boca en esas circunstancias, pero uno acaba metiéndose otras cosas peores. O en vez de mascar tabaco, mascar opio. Aunque ni así escribiríamos como De Quincey. Lo más probable es que aumente el consumo de otras drogas. Ya veo las encuestas que se hacen tipo: este año más mujeres asesinadas, menos muertos en la carretera (al año siguiente puede ser al revés). "Baja el consumo de tabaco, aumenta el de anfetas". Como una noticia de ABC ayer. El titular decía (algo así) "24 horas después de Nochevieja continua la Fiesta en Madrid con electrónica, alcohol y porros". Quiero pensar que alguno se estuviera liando el porrito para el camino, que le baje toda la química. Pero los madrileños tienen una gran capacidad de aguante, o me da que no era precisamente porros lo que más se consumía.
PD2: Deberíamos sustituir los camareros por robots. Dos objetivos: elevar el paro hasta el infinito y más allá (como Pixar) y que no se vulneren los derechos de los trabajadores que no quieran humo. Pero si se pensó en un Proyecto Simio por qué no en un Proyecto Robot con sus derechos (pero sin deberes): deberíamos consultarlo con Asimov. ¿Está vivo Asimov?
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1 comentarios:

Cadejo dijo...

Por cierto hay un cuento de Asimov en donde un actor retirado devenido en conserje del teatro reflexiona sobre la costumbre de eliminar los cigarrillos de las escenas de viejas películas. Lamentablemente no recuerdo el título...