Una de las imágenes más
aterradoras del cine contemporáneo (por lo cotidiano de ella) la conforma la
madre adicta a las pastillas de Réquiem
por un sueño y el rechinar de sus dientes a punto de desgastarse.
En el ranquin de las drogas
(legales) más consumidas por los pensionistas se encuentra en tercer lugar el
orfidal y en un honroso séptimo puesto el entrañable lexatin. Unos caramelos
entre tantos para sobrellevar la vida moderna… que se toman con la misma alegría
que los caramelos.
Ya escribió Lou Marinoff Más Platón y menos prozac, pero si es el
Platón de las Leyes («acabó
proponiendo unas leyes que habrían mandado a Sócrates a un centro de
reeducación», explica Robin Lane Fox), por favor, abusen del prozac y del tinto
de verano.
Todavía inédito en España Overcoming Depression Without Drugs de John A. Snyder y Nancy Steffen-Fluhr, autores que sostienen que con la música del compositor Gustav Mahler (1860-1911) puede combatirse la depresión. No he probado con el tal Mahler (no somos parientes, no pongo la mano en el fuego por él) pero creo que merece la pena tratar de calmar la ansiedad con música antes que atiborrarse de fármacos.
Tiempo de zozobra (ni en pleno movimiento
punk tuvo tanto sentido el lema there is
no future) que en breve se entremezclara en Caravaca y Bullas con el tiempo
de fiesta, donde alegría y ansiedad están a la vuelta de la esquina: la madre
que espera y el hijo que no llega ni cuando ha cantado el gallo; el jefe de
filas al que le ha tocado el torpe de paso cambiado; el que tembloroso
comprueba en el cajero qué palo le metió (la noche anterior, de la que no
quiere acordarse) a la tarjeta de crédito… Prueben con n poquito de Mahler: tal
vez desaparezca la aprensión, tal vez se vuelvan melómanos.
Pero apúrense a comprar, piratear
o mendigar por la música del compositor de Bohemia; en nada que la ministra Ana
Mato se entere ya encontrará la manera de cobrarnos el Mahler por minuto.
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