"Nos hemos convencido de que
la exhibición de nuestras peores bajezas tiene algún interés para alguien.
Hemos perdido las formas. Estamos ofreciendo un espectáculo penoso". A ese
espectáculo penoso, que denuncia Enric González en El Mundo, asistimos en el día a día de la política municipal en
Bullas.
Cuando a Juani Sánchez la
trasladaron de la radio municipal al Museo del Vino, la oposición lo calificó
como censura e IU-Verdes llegó más lejos al motejar de extrema derecha el
Gobierno de Pedro Chico. Al insulto el insulto; y en una respuesta desmesurada
(que recuerda al tiempo en que calificaba a sus enemigos -volveremos a esta
palabra- como perroflautas) desprecia como "grupúsculos que no representan
a nadie" a quienes han pedido el regreso de Juani Sánchez a la radio (las
notas de los partidos políticos íntegras en www.elnoroestedigital.com). Si se
refiere con "grupúsculos" a los ciudadanos, es cierto que no
representan a nadie, pero el Gobierno del PP sí los representa también a ellos
(y debería servirles) como a cualquier otro bullero; si es a la oposición, ésta
representa a sus votantes, que no son pocos. Bastaba con una respuesta
argumentada -no esa incontinencia verbal- a la ciudadanía (y a la oposición cuando
se celebre un pleno del Ayuntamiento), en eso consiste también la democracia,
no solo en ganar las elecciones y pasar cuatro años sorda a las demandas y
propuestas.
Entre 1875 y 1900 se produce en
España lo que Carlos Dardé en un libro tituló La aceptación del adversario,
¿hemos retrocedido -o avanzado- en nuestra comarca y en España a esos tiempos
en que, en lugar de adversarios políticos, teníamos enemigos?
La ciudadanía afortunadamente
demuestra una sensatez que ha perdido en su conjunto la clase política, que corre
el riesgo de quemarse si continúa jugando con fuego. Y temo que va a continuar.
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