De putas, hipócritas y otros nobles artes
El debate de la prostitución callejera ha saltado a la palestra. Propios y extraños se enfrascan en debates políticos y morales sobre cuáles serán las medidas a adoptar para dejar a todos contentos.
Hipócritas.
La prostitución, como saben, la profesión más antigua del mundo, puesto que se conoce desde que existen registros históricos, supone una buena vara de medir el nivel cultural de las sociedades en las que se desarrolla.
Por desgracia el resultado de esta medición en España nos deja ver lo atrasados que seguimos siendo, quizá lastrados por épocas pasadas de miedos y oscurantismo. Y es que hablar de putas en España sigue siendo un tema tabú, a nadie le resulta cómodo pronunciarse al respecto, las prostitutas son consideradas como bichos raros, seres marginales casi apestados sociales y pensaron que cerrando los burdeles acabarían con ellas, pero ahora no saben como sacarlas de las calles.
Ante esto, la medida del Gobierno barcelonés ha sido aumentar las dotaciones policiales en las calles para disuadir tanto a ellas como a los clientes, incluso se barajó la propuesta del Partido Popular de prohibir la prostitución callejera.
Pero yo me pregunto, en todo este debate ¿no falta la opinión de alguien? Se quiere decidir sobre la prostitución sin contar con las propias prostitutas, sin saber su opinión, sus sentimientos, su situación. Difícilmente se podrá arreglar nada si una de las partes implicadas no participa en las decisiones.
Decíamos antes que la posición de una sociedad respecto a la prostitución dependerá de su nivel cultural. En países como Holanda o Alemania las prostitución es un oficio como otro cualquiera, con sus impuestos, su seguridad social y sus condiciones laborales, y por supuesto no arrastran una imagen tan degradada que al final es la que retroalimenta ese rechazo social de las capas más retrógradas de nuestra sociedad.
Sólo así se consigue acabar con el negocio de los proxenetas, de la trata de blancas, de las enfermedades de transmisión sexual, de la exhibición pública, de la corrupción de menores, así es como las mujeres pueden llegar a tener cierta calidad de vida en el desarrollo de una profesión que ellas (o ellos) eligen libremente.
La prostitución siempre ha estado presente en cualquier civilización o sociedad, en la Biblia hay numerosas referencias a la misma, en la Edad Media, en la Grecia clásica, en la antigua Roma, en Mesoamérica incluso biológicamente, algunos animales también la ejercen, como un tipo de pingüinos que ofrecen sexo a cambio de piedras para sus nidos o los chimpancés que pueden ofrecer prácticas sexuales a cambio de comida.
Vayamos ahora con los hipócritas,
El negocio de la prostitución mueve en España dieciocho mil millones de euros al año, de los que cuarenta millones se los embolsan los principales diarios de tirada nacional en anuncios de promoción a la prostitución, lo que conocemos como «las páginas de contactos». Los mismos diarios que recogen unas páginas más adelante el trato inhumano hacia las prostitutas y los conflictos que ocasionan.
Así el diario El País se embolsa más de cinco millones de euros al año anunciando a prostitutas o prácticas sexuales, y para más escarnio, el diario El Mundo y el grupo Vocento (editor de ABC donde se publica el semanario católico ultraconservador Alfa y Omega) se reparten diez millones de euros al año gracias al negocio de la prostitución. Sin embargo, otros periódicos de tirada nacional han renunciado a esos ingresos, como Público y 20 minutos.
El mejor ejemplo de hipocresía lo vimos esta semana personalizado en Mike Duvall, senador, republicano y conservador, de California pillado in fraganti hablando de sus relaciones extraconyugales con una concubina. Y es que, Mike, ya lo dice Sabina, «Hasta el hijo de un Dios, una vez que la vio, se fue con ella».
Hipócritas.
La prostitución, como saben, la profesión más antigua del mundo, puesto que se conoce desde que existen registros históricos, supone una buena vara de medir el nivel cultural de las sociedades en las que se desarrolla.
Por desgracia el resultado de esta medición en España nos deja ver lo atrasados que seguimos siendo, quizá lastrados por épocas pasadas de miedos y oscurantismo. Y es que hablar de putas en España sigue siendo un tema tabú, a nadie le resulta cómodo pronunciarse al respecto, las prostitutas son consideradas como bichos raros, seres marginales casi apestados sociales y pensaron que cerrando los burdeles acabarían con ellas, pero ahora no saben como sacarlas de las calles.
Ante esto, la medida del Gobierno barcelonés ha sido aumentar las dotaciones policiales en las calles para disuadir tanto a ellas como a los clientes, incluso se barajó la propuesta del Partido Popular de prohibir la prostitución callejera.
Pero yo me pregunto, en todo este debate ¿no falta la opinión de alguien? Se quiere decidir sobre la prostitución sin contar con las propias prostitutas, sin saber su opinión, sus sentimientos, su situación. Difícilmente se podrá arreglar nada si una de las partes implicadas no participa en las decisiones.
Decíamos antes que la posición de una sociedad respecto a la prostitución dependerá de su nivel cultural. En países como Holanda o Alemania las prostitución es un oficio como otro cualquiera, con sus impuestos, su seguridad social y sus condiciones laborales, y por supuesto no arrastran una imagen tan degradada que al final es la que retroalimenta ese rechazo social de las capas más retrógradas de nuestra sociedad.
Sólo así se consigue acabar con el negocio de los proxenetas, de la trata de blancas, de las enfermedades de transmisión sexual, de la exhibición pública, de la corrupción de menores, así es como las mujeres pueden llegar a tener cierta calidad de vida en el desarrollo de una profesión que ellas (o ellos) eligen libremente.
La prostitución siempre ha estado presente en cualquier civilización o sociedad, en la Biblia hay numerosas referencias a la misma, en la Edad Media, en la Grecia clásica, en la antigua Roma, en Mesoamérica incluso biológicamente, algunos animales también la ejercen, como un tipo de pingüinos que ofrecen sexo a cambio de piedras para sus nidos o los chimpancés que pueden ofrecer prácticas sexuales a cambio de comida.
Vayamos ahora con los hipócritas,
El negocio de la prostitución mueve en España dieciocho mil millones de euros al año, de los que cuarenta millones se los embolsan los principales diarios de tirada nacional en anuncios de promoción a la prostitución, lo que conocemos como «las páginas de contactos». Los mismos diarios que recogen unas páginas más adelante el trato inhumano hacia las prostitutas y los conflictos que ocasionan.
Así el diario El País se embolsa más de cinco millones de euros al año anunciando a prostitutas o prácticas sexuales, y para más escarnio, el diario El Mundo y el grupo Vocento (editor de ABC donde se publica el semanario católico ultraconservador Alfa y Omega) se reparten diez millones de euros al año gracias al negocio de la prostitución. Sin embargo, otros periódicos de tirada nacional han renunciado a esos ingresos, como Público y 20 minutos.
El mejor ejemplo de hipocresía lo vimos esta semana personalizado en Mike Duvall, senador, republicano y conservador, de California pillado in fraganti hablando de sus relaciones extraconyugales con una concubina. Y es que, Mike, ya lo dice Sabina, «Hasta el hijo de un Dios, una vez que la vio, se fue con ella».
1 comentarios:
Pues yo tengo 61 años y solo he estado con PUTAS y nunca he tenido novia ni esposa ni una cita y ademas soy sindrome de ASPERGER .
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