El 5 de junio de 2010 Nuevas Generaciones del Partido Popular celebró su XXX Aniversario. Asegura que tiene más de cuarenta mil afiliados, aproximadamente los mismos que afirma tener Juventudes Socialistas. Entre las dos no llenan el Bernabeu.
Pero sorprende con el descrédito de la política en casos como Gürtel que los jóvenes todavía dediquen a ella sus esfuerzos. Sobre todo porque las políticas económicas les afectan especialmente sin que sus partidos los remedien: el paro supera el 28% en la población menor de 30 años, mientras que esos mismos jóvenes (los que tuvieran trabajo, claro), tendrían que haber invertido en 2008 más del 80% de su salario en comprar una vivienda. La generación de la Transición cumplió su objetivo: traer la democracia y la paz a un país que no la había conocido en su Historia. La siguiente, y que ahora gobierna o ejerce la oposición, es decir, la de Zapatero (del 60) o Rajoy (del 55), ha vuelto a instaurar en España un clima rancio, de enfrentamientos con una carga ideológica más propia del siglo XIX. Además, también está la ruina económica. Años llevan diciéndonos que seremos, los que nacimos en democracia, la primera generación que tendrá un nivel de vida peor que el de nuestros padres. No van a ser nuestros políticos desgastados, para los que el tiempo pasa, nos vamos volviendo viejos, que cantaría Pablo Milanés, quienes construyan la España del siglo XXI.
Pero sorprende con el descrédito de la política en casos como Gürtel que los jóvenes todavía dediquen a ella sus esfuerzos. Sobre todo porque las políticas económicas les afectan especialmente sin que sus partidos los remedien: el paro supera el 28% en la población menor de 30 años, mientras que esos mismos jóvenes (los que tuvieran trabajo, claro), tendrían que haber invertido en 2008 más del 80% de su salario en comprar una vivienda. La generación de la Transición cumplió su objetivo: traer la democracia y la paz a un país que no la había conocido en su Historia. La siguiente, y que ahora gobierna o ejerce la oposición, es decir, la de Zapatero (del 60) o Rajoy (del 55), ha vuelto a instaurar en España un clima rancio, de enfrentamientos con una carga ideológica más propia del siglo XIX. Además, también está la ruina económica. Años llevan diciéndonos que seremos, los que nacimos en democracia, la primera generación que tendrá un nivel de vida peor que el de nuestros padres. No van a ser nuestros políticos desgastados, para los que el tiempo pasa, nos vamos volviendo viejos, que cantaría Pablo Milanés, quienes construyan la España del siglo XXI.
Esperemos que sí los jóvenes. El problema es la aparición del político profesional, que desde que le salen los dientes ya conoce que en Nuevas Generaciones o Juventudes Socialistas se puede medrar, que no ha trabajado en su vida (hay quienes no consideramos la política un trabajo honesto) y no conoce ni cita más que las consignas de su partido. Dentro de nuestros grandes partidos no existe la discrepancia. Pero sus juventudes deberían dar un paso al frente y mostrar independencia: ¿de verdad ningún representante de Nuevas Generaciones comparte la ley de matrimonio homosexual, la ley del aborto o educación para la ciudadanía? ¿Todos en Juventudes comparte la política económica del anterior Gobierno que se ha caracterizado por la creación de empleo basura? ¿Ningún joven socialista es partidario de la legalización de las drogas o, por lo menos, de la marihuana? ¿Y ninguno de los dos partidos con que se pueda votar a los 16 años?
A veces parece que los políticos quieren a sus jóvenes para que digan amén a todo lo que dicen. Para que salgan en televisión detrás de ellos porque hay que reconocer que son más guapos y con las carnes todavía prietas.
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