Afortunados los pueblos que no tienen historia. O que no sería más que nota al pie de página de una Historia Universal. Los murcianos celebran el día de la región el 9 de junio porque tal día de 1982 se
aprobó su Estatuto de Autonomía. Repasamos mentalmente acontecimientos y no se nos ocurre ninguna fecha señalada: algunos cartageneros prefieren el 12 de julio, cuando el alzamiento cantonal. Un hecho que provocó el recochineo de Marx y Engels (aunque ahora son sus tesis las que provocan carcajadas) y que aceleró la vuelta de los Borbones. Nada que celebrar, por tanto.
En plena fiebre reivindicativa (que en eso consisten los nacionalismos o los provincianismos) tal vez se pudiera elegir el día de 1933 en que Prieto abogó por el Trasvase Tajo – Segura (demasiado socialista). O 1966 cuando comenzaron las obras (demasiado franquistas). O 1979 cuando se finalizó. Pero si de verdad queremos fortalecer el murcianismo (nuestro regionalismo es tan débil que esta palabra ni siquiera aparece en el Diccionario), si nos gustan las emociones en vena, debemos apostar por el 21 de abril de 2005 cuando se derogó el Trasvase del Ebro. Qué de manifestaciones en la puerta del Thuillier de Caravaca (aquí se celebró el Día de la Región en 2010, aunque no, ocasión perdida para reafirmar nuestra identidad cañí, ¡Murcia, qué hermosa eres!): los del PSOE con pancartas de Cospedal; los del PP con las de Barreda. Y algún caravaqueño despistado con la suya propia exigiendo que no les roben el agua de las Fuentes estos agoniosos de la capital (la murciana, no la del Imperio). Además, no es tan descabellado: los catalanes celebran una derrota en su Diada; los serbios otra el día de San Vito de 1389 contra los musulmanes; y los madrileños nuestro 2 de mayo. Nada excita tanto como un desastre a los chovinistas. Así que espero que nos derroten pronto en el próximo Mundial (e injustamente, a lo codazo de Tassotti), que nada une más que conocer al enemigo.
aprobó su Estatuto de Autonomía. Repasamos mentalmente acontecimientos y no se nos ocurre ninguna fecha señalada: algunos cartageneros prefieren el 12 de julio, cuando el alzamiento cantonal. Un hecho que provocó el recochineo de Marx y Engels (aunque ahora son sus tesis las que provocan carcajadas) y que aceleró la vuelta de los Borbones. Nada que celebrar, por tanto.
En plena fiebre reivindicativa (que en eso consisten los nacionalismos o los provincianismos) tal vez se pudiera elegir el día de 1933 en que Prieto abogó por el Trasvase Tajo – Segura (demasiado socialista). O 1966 cuando comenzaron las obras (demasiado franquistas). O 1979 cuando se finalizó. Pero si de verdad queremos fortalecer el murcianismo (nuestro regionalismo es tan débil que esta palabra ni siquiera aparece en el Diccionario), si nos gustan las emociones en vena, debemos apostar por el 21 de abril de 2005 cuando se derogó el Trasvase del Ebro. Qué de manifestaciones en la puerta del Thuillier de Caravaca (aquí se celebró el Día de la Región en 2010, aunque no, ocasión perdida para reafirmar nuestra identidad cañí, ¡Murcia, qué hermosa eres!): los del PSOE con pancartas de Cospedal; los del PP con las de Barreda. Y algún caravaqueño despistado con la suya propia exigiendo que no les roben el agua de las Fuentes estos agoniosos de la capital (la murciana, no la del Imperio). Además, no es tan descabellado: los catalanes celebran una derrota en su Diada; los serbios otra el día de San Vito de 1389 contra los musulmanes; y los madrileños nuestro 2 de mayo. Nada excita tanto como un desastre a los chovinistas. Así que espero que nos derroten pronto en el próximo Mundial (e injustamente, a lo codazo de Tassotti), que nada une más que conocer al enemigo.
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