Tariq Ramadan |
Ibn Warraq, Bassam Tivi, Caroline Fourest, Flemming Rose, Boualem Sansal... estos nombres nada me decían (apenas nada me dicen). Todos llevan escolta en Europa y Estados Unidos amenazados por islamistas. Hace veinte años la inmensa mayoría de intelectuales (sin importar clase social o religión) se solidarizaron con Salman Rushdie. Ya no: los nombres de los nuevos perseguidos se ignoran.
¿Qué ha ocurrido desde entonces?
Para Paul Berman en La huida de los intelectuales, "dos amplias y novedosas realidades: la primera de ellas es el crecimiento espectacular e intimidatorio del movimiento islamista desde el tiempo de la fetua dictada contra Rushdie. La segunda es el terrorismo". Estas dos realidades se unen a otra, el tercermundismo, el sentimiendo de culpa europeo (occidental) que ha explorado Pascal Bruckner (por ejemplo, en 1983, en El sollozo del hombre blanco). Un sentimiento de culpa que lleva, por ejemplo, a Timothy Garton Ash a burlarse de Hirsi Ali Ayaan y defender a Tariq Ramadan (o ponerlo como ejemplo) y a Ian Buruma (por otra parte, autor del excelente El precio de la culpa: aquí reseña mía) a calificar de fascistas a Bruckner ("El tercermundismo había nacido para expresar un pensamiento europeo, adecuado y correcto, de culpabilidad y arrepentimiento por los crímenes del imperialismo europeo. Pero el arrepentimiento se había endurecido hasta convertirse en dogma, y el dogma, por raro que parezca había proporcionado placer. Era el placer del odio a uno mismo", resume Berman la tesis de Bruckner) y no a Tariq Ramadan: "En The New York Times Magacine Ian Buruma renunciaba a insinuar, oblicuamente siquiera, las influencias genuinamente fascistas del abuelo de Ramadan, el fundador del culto moderno a la muerte artística, Hasán al Bana, que hablaba en términos elogiosos de Adolf Hitler y que ayudó al gran muftí de Jerusalén a escapar de un juicio en Nuremberg".
Porque el libro trata sobre Tariq Ramadan: su biografía y sus ideas, las que exhibe orgulloso y las que no puede ocultar aunque trate de enmascararlas y la prensa en general las pase por alto (inciso: desconozco la importancia de la obra de Ramadan en España o tan siguiera si se lee entre los musulmanes de Francia o Inglaterra o entre los literalistas musulmanes y entre los que quieren actualizar el Islam): su visión de la violencia, los judíos y la mujeres. Y lo que Paul Berman descubre es una gran ambigüedad que, repito y se repite Paul Berman, la prensa generalista finge que no existen ("se había ido conformando una idea acpetada, idea aceptada según la cual se veía a Tariq Ramadan como un héroe islámico largamente esperado, el pensador religioso que, finalmente, iba a adaptar el islam al mundo moderno"); en el trato a las mujeres (la polémica televisiva Sarkozy-Tariq), a los judíos (su crítica a los "nuevos intelectuales comunitarios" -así se llama un artículo de Tariq Ramadan publicado En Oumma.com (2 de octubre de 2003). El artículo fue rechazado por Le Monde y Libération.- por su defensa de Israel: casi todos estos intelectuales señalados -y sabemos lo que significa en tiempos de terrorismo- con apellidos judíos) o la violencia (rechaza a Sayyid Qutub pero venera al egipcio Qaradawi que a la vez venera al abuelo de Tariq Ramadan, Hasán al Bana).
Y una y otra vez aparece el adorado por Tariq Ramadan Hasan al Bana, fundador de los Hermanos Musulmanes, del que Paul Berman también vivisecciona sus ideas, la parte más interesante del libro, ya que los Hermanos Musulmanes gobiernan ahora en Egipto.
La otra parte de interés es la comentada al principio: qué ha ocurrido con los intelectuales: "en 1983 un pequeñísimo grupo de inmigrantes jóvenes de Lyon, descontentos con sus propias circunstancias organizaron una protesta política llamada Marcha por la Igualdad para denunciar sus condiciones sociales y las de personas como ellos [...] cuando llegaron a la capital, su número había crecido hasta alcanzar los cien mil, y la protesta había pasado a conocerse como la Marcha de los Beurs [...] La Marcha de los Beurs dio origen, un año después, a una organización llamada SOS Racismo [...] El eslogan de la organización era Touche pas à mon pote! (¡A mi colega ni tocarlo!) [...] El movimiento fue derrotado por otro nuevo movimiento. una organización llamada Unión de Jóvenes Musulmanes, fundada en 1987 [...] SOS Racismo hacía campaña para impedir que en las discotecas se discriminara a los jóvenes árabes y negros. Los islamistas hacían campaña para impedir que los jóvenes musulmanes fueran a discotecas".
La otra parte de interés es la comentada al principio: qué ha ocurrido con los intelectuales: "en 1983 un pequeñísimo grupo de inmigrantes jóvenes de Lyon, descontentos con sus propias circunstancias organizaron una protesta política llamada Marcha por la Igualdad para denunciar sus condiciones sociales y las de personas como ellos [...] cuando llegaron a la capital, su número había crecido hasta alcanzar los cien mil, y la protesta había pasado a conocerse como la Marcha de los Beurs [...] La Marcha de los Beurs dio origen, un año después, a una organización llamada SOS Racismo [...] El eslogan de la organización era Touche pas à mon pote! (¡A mi colega ni tocarlo!) [...] El movimiento fue derrotado por otro nuevo movimiento. una organización llamada Unión de Jóvenes Musulmanes, fundada en 1987 [...] SOS Racismo hacía campaña para impedir que en las discotecas se discriminara a los jóvenes árabes y negros. Los islamistas hacían campaña para impedir que los jóvenes musulmanes fueran a discotecas".
Además del crecimiento del islamismo y del temor a terrorismo, queda lo evidente que el tercermundismo es una forma de racismo: intelectuales que prefieren a Tariq Ramadan o cualquien pensador creyente musulmán antes que a un musulmán laico creen que estos (los musulmanes), en su ignorancia, necesitan alguien que les hable en su idioma, el de la religión, y mejor Tariq Ramadan que Ben Laden, por ejemplo.
El New York Times Book Review define a Berman como el Julien Benda de nuestro tiempo y el fallecido Hitchens escribe: "Es asombroso ver lo lejos y rápido que ha llegado la capitulación ante la amenaza de la vioelncia. Concuerdo con Paul Berman al expresar su estupefacción ante este fenómeno, o más bien, cómo es que ha dejado de ser un fenómeno".
A la espera que Duomo Ediciones, editora de La huida de los intelectuales, se anime con Terror and Liberalism (2003), calificado por Wall Street Journal como uno de los cinco mejores libros escritos sobre terrorismo.
Tariq Ramadan vs Sarkozy (está en francés, no lo entiendo, algunos opinan que el vencedor del debate fue Ramadan, para Paul Berman fue Sarzozy)
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