lunes, 17 de septiembre de 2012

De Botines y Oubiñas

Oubiña
El cine perdió la magia el mismo día en que se dejó de fumar en las salas y también los actores en las películas: esa moral beata que casa igual de bien con la derecha y la mayor parte de la izquierda en España. También desapareció el glamour conforme los actores y actrices se despojaban de sus sombreros. Pero esta es otra historia: imaginen Casablanca sin humo y sin sombreros...
Esperanza Aguirre, rara avis de la derecha española: como a buena totalitaria le gusta controlar medios, espiar ciudadanos (incluso a camaradas suyos) y como a buena liberal se sale una vena libertaria que sorpende a sus feligreses más clericales.


En los casinos de Madrid se volverá a fumar. Y estamos de enhorabuena. O lo estaría si fuera madrileño y gastara mi escaso capital en las tragaperras. Debe ser más ambiciosa la Lideresa y pensar en su siguiente paso: la legalización de todas las drogas. Y la prostitución regularizar.
España se hunde y no sabemos si el capitán Rajoy se hundirá con ella o saltará el primero del barco.
Esperanza puede ofrecer una alternativa: el Estado se lucraría cobrando impuestos a los narcotraficantes (ahora tan legales como Emilio Botín). Somos el principal consumidor de cocaína del mundo (en 2011 el 21% de los consumidores europeos vivían en España: con la droga despenalizada atraeríamos más turismo que Sheldon y sus casinos); también somos quienes más nos vamos de putas de la Unión Europea.
Los narcotraficantes tienen mala fama, no seré yo quien diga que inmerecida, peor fama que el resto del empresariado; pero, realmente, ¿cuál es la diferencia entre Amancio Ortega, por ejemplo, y Laureano Oubiña?
Inditex es investigada por la Fiscalía brasileña porque un proveedor suyo esclavizaba en sus fábricas a peruanos y bolivianos. Zara lo niega.
Nuevamente Inditex, el Corte Inglés y Cortefiel han sido acusadas por el Centre for Research on Multinational Corporations y el India Committee of the Netherland: "Niñas y adolescentes trabajando sin contrato, privadas de libertad y en condiciones insalubres durante más de 72 horas a la semana por un salario de 0,88 euros al día, del que sólo podrán disponer cuando hayan transcurrido de tres a cinco años y que servirá para pagar su dote matrimonial".
Emilio Botín
Amancio Ortega, la tercera fortuna del mundo, supuestamente no solo explota en Brasil o la India, también en nuestro vecino del sur: Marruecos.
Vuelvo a preguntarme: qué diferencia a Amancio Ortega, Emilio Botín y el resto del empresariado "legal" español de los Oubiñas y demás empresarios delincuentes. Porque, en connivencia con los gobiernos del PSOE y el PP, las condiciones de contrato, el despido, el negro con el que pagan, ha supuesto un ataque tan brutal contra los trabajadores españoles que haría las delicias de un Charles Dickens para retratar las nuevas clases populares de este país.
El Estado (y Esperanza Aguirre parece la indicada) debería legalizar las drogas de una vez (también por sanidad): dinero a espuertas, aunque no lo gaste en educación y en hospitales. Y una nueva elite empresarial que suplirá a la antigua o casará a sus hijos con sus hijas para darse una patina de clase (como antes se compraban escudos de armas) y virilizar a la vieja burguesía: la que surgió del franquismo, del felipismo, del pacto restos del franquismo con el PSOE...
¿Diferencias entre un Emilio Botín y un Oubiña? El narco, en general, tiene que escalar desde abajo, como pueden leerse en las biografías, por ejemplo, de Pablo Escobar: asesina y en muchos casos lo asesinan o asesinan a su familia y amigos. El empresario español, desde la desaparición de los GRAPO, sabe que la única violencia en España la ejerce él: a través de sus despidos, de sus políticos de su policía... No creo que la Reina del Sur de Arturo Pérez Reverte deba convertirse en un ejemplo para nuestra juventud: pero, si me dan a elegir, entre Emilio Botín y Oubiña, me quedo con el segundo.

Una reflexión de Romu López: "Como dicen en The Wire, depende de si uno sigue el rastro de la droga o del dinero. El segundo rastro es mucho más interesante, pero lleva a lugares donde las investigaciones no quieren llegar, lugares como el que ocupa Emilio Botín".


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