Bromeaba (o no) en 2011 con regalar carnés de partidos políticos en bodas y comuniones (aquí el artículo). Y el tiempo demuestra que en España solo medra quien ha sido o es afiliado a un partido con posibilidades reales de gobernar (desde la implosión del PSOE, ningún otro partido puede gobernar en España): El Defensor del Pueblo, El Consejo de Estado, el Tribunal Constitucional, la CNMV... todos del Partido Popular. También pueden donar al partido que gobierna, claro.
Tomen el principal partido de la oposición: en el único lugar donde gobernará tras las próximas elecciones autonómicas, Andalucía. Su presidente, Griñán, preparó unas primarias a medida para que ganara su elegida, la consejera de Presidencia, Susana Díaz: leyéndola en los periódicos y escuchándola mitinear produce vergüenza ajena que un partido que ha tenido entre sus altos cargos a Maravall, Solana, De la Quadra, Lluch, Borrell, Semprún... haya acabado en manos de los últimos ministros de Zapatero y del equipo que rodea a Rubalcaba. También escribí en 2019 De (de)generación en (de)generación sobre este mal que asola a los dos "grandes" partidos (y me temo al resto). Porque, como escribe Antonio Roldán Monés en El País, "el sistema electoral español ha generado una clase dirigente de baja calidad, opaca y endogámica" y compara el gobierno de derechas español y el chileno (en este último hay seis doctores de las mejores universidades del mundo mientras que en el de España...).
Este autor, doctorando en Economía Política en la London School of Economics, propone primarias realmente abiertas a) como estrategia de reflote de los dos grandes partidos; b) como mecanismo para el recambio de las elites; c) como arma contra la corrupción; d) para que los mejores vuelvan a sentirse atraídos por la política...
Cualesquiera de estos cuatro puntos resulta fundamental, pero yo me quedaría con este último: the best and the brightest (los mejores y los más brillantes) decidan servir a su país, que la política no manche.Que no tengan que vendernos un conocido refresco con que no todos los políticos son iguales y luego descubran que uno de sus políticos-actores es como el resto de la casta.
Evidentemente las líneas que preceden a esta son una exageración, pero como en el ciclismo el dopaje lo ha llenado todo (tanto que la ley antidopaje pueda resultar en alguna injusticia) o los propios políticos, sus juventudes, deciden atajar el cáncer o se convertirán en irrelevantes (ahora son parte del problema para muchos españoles). Generaciones y Juventudes, un artículo en cierto sentido esperanzado del año 2010.
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