Nadie hablará de nosotras cuando estemos muertos. Ni aún estando en vida, y protestando en la puerta de sus palacios, pensará más de una de las que la tarde noche del viernes 6 de febrero se manifestaban frente al Ayuntamiento de Murcia.
Nadie creará un grupo en Facebook para apoyarnos, se dirá aquel que protestó la mañana del jueves 6 de febrero en el mismo lugar, frente al Ayuntamiento de Murcia.
En julio, una noticia de EFE, "Según han informado fuentes del comité de empresa, 'Ayuda a domicilio S.A.L' adeuda a su alrededor de 300 trabajadores, cuyos sueldos no llegan a los 800 euros, tres nóminas y, pese a venir recogido en convenio, no se les paga el kilometraje de los desplazamientos que realizan por todo el término municipal [...] En este sentido, fuentes del ayuntamiento de Murcia han señalado que no quieren hacer declaraciones al respecto, ya que el consistorio está al tanto de los pagos a la empresa concesionaria, y que es está la responsable de los impagos".
Después de un silencio, y a partir de diciembre la oposición les muestra su apoyo, la empresa Ayuda a Domicilio en La Opinión: "Destaca que solo se adeuda la extra de diciembre debido al retraso de los pagos de las administraciones públicas y que está trabajando para solucionarlo" y también que el objetivo del Ayuntamiento, que ya ha anunciado que no prorrogará el contrato, es el de sustituirla (ellos son una empresa de economía social) por una multinacional.
Nadie de los que gobiernan nos dirá nada parecido a "Luis se fuerte", ni notaremos el calorcillo del apoyo, aunque sea en un grupo privado de wasap y no en uno público y publicitado por los medios de comunicación de Facebook; hablarán de nosotras en una nota a pie de página, noticia de periódico digital no en papel... Ayer a los enpalaciados les interesaba si liberaban o no a a Pedro Antonio Sánchez, mañana retomarán los enpalaciados otro de sus temas, vienen los bárbaros -¿quiénes son los bárbaros, los que en invierno a quienes piden pan no los acogen en su palacio? ¿quiénes son los bárbaros, los enpalaciados, los otros?
Cuenta Rosa Montero que cuenta Plutarco: derrotadas las legiones, los romanos huyeron despavoridos. Todos menos los senadores, que vistieron de gala, sacaron los sillones de marfil a la plaza y se pusieron a esperar la llegada de los bárbaros. Imagino el silencio de las calles vacías, la lentitud de las horas, el bramido de las hordas al entrar por fin en la ciudad. Degollaron a los senadores, por supuesto. Fue en el siglo IV antes de Cristo, mucho antes del final del Imperio Romano. ¿Y por qué terminó cayendo un milenio después? Por la corrupción, por la falta de fe en las instituciones y en el sistema, porque ya nadie se identificaba con Roma, porque los senadores ya no estaban dispuestos a morir por una idea y preferían poner barricadas contra la puerta.
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