Juan Rigabert (foto La Verdad) |
Pasa el tiempo y hay cadáveres tozudos, se niegan a que se les entierre. Noticias que, para espanto de los que sufren o fingen amnesia, se rebelan a envolver el pescado de mañana.
Caravaca Jubilar es una de ellas.
Recoge este semanario la información: “Caravaca Jubilar tendrá que hacer frente a más de 100.000 euros en concepto de indemnización por la extinción de relación laboral de su gerente, Juan Rigabert, tras declarar el juzgado de lo Social de Murcia su despido, el pasado 1 de julio de 2014, como improcedente”. Continúa: “Asimismo el fallo da opción a la readmisión de Rigabert”.
Muertos que estaban de parranda y regresan para brindarnos “su último saludo en el escenario”.
Los tiempos de El Roblecillo, aquellos que han dejado como remanente la imputación de medio Ayuntamiento de Caravaca, junto a esta no urbanización, nos legaron horrores como el auditorio fantasma. Sin embargo, ética -e incluso estéticamente- poco puede repugnar más de la época del Roblecillo que esta sociedad Caravaca Jubilar donde los trabajadores cobraban tarde y mal, y los directivos -lo señaló Juan Berbell quien tuvo acceso a los datos- se regalaban la gran vida.
Con Caravaca Jubilar ahora dirigida desde la Concejalía de Cultura y con sus trabajadores cobrando cuando corresponde, con un candidato del PP a las elecciones municipales ajeno a los tiempos de Nueva Caravaca, las 300 viviendas..., la indemnización a Juan Rigabert vuelve a sumergirnos en aquella época.
Y nos hacen plantearnos también: ¿qué juicios ganan -de ganar alguno- los servicios jurídicos del Ayuntamiento de Caravaca? UTE Caravaca, Juan Rigabert, trescientas viviendas...
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