Propaganda, agitación (¿desobediencia?) son términos que heredamos de la Rusia bolchevique. No han desaparecido con ella: al contrario, la educación universal y la Tierra convertida en aldea global han amplificado sus efectos. Para que funcione el experimento hay que comenzar pronto: en edades escolares.
En Cehegín tuvieron una de esas ideas con las que en principio nadie puede estar en contra: los niños de 6º de Primaria y 1º de la ESO debatirían en un Pleno como si fueran concejales. ¿Adivinan sobre qué trataron? ¿Tal vez alguno se refirió a los 1.895 parados que suma el municipio, entre los que se encuentra su madre o padre? ¿O de la educación: sobre cómo aumenta el fracaso escolar en España y más todavía en la región? ¿De las zonas verdes, del humo de los coches que ahoga? ¿De adelantar la edad de voto para que, en última instancia, quien decida sobre el bien común sea al que le queda futuro?
Para nada: estos temas no interesan. Agua y más agua, que según las crónicas los alumnos debatieron con entusiasmo. Un pleno intenso en el que se aportaron eslóganes tales como «el agua es de todos», «los ríos no son de quienes viven cerca de ellos», «los trasvases crearían más riqueza en las regiones»…
La Constitución garantiza la solidaridad entre los españoles, y ésta incluye el agua a pesar de los deseos de los castellano manchegos. Francisco Celdrán, presidente de la Asamblea Regional, señala que no sería bueno para Murcia imitar el abertzalismo de otras comunidades españolas. Y tiene más razón que un santo. Pero no debe preocuparse: lo estamos calcando. Parte de la derecha se desgañita criticando Educación para la ciudadanía: «pretende adoctrinar a nuestros hijos», se sorprenden. Como si el adiestramiento al que ella nos somete en la región fuera liberal o tan siquiera beneficioso para los murcianos.
En Cehegín tuvieron una de esas ideas con las que en principio nadie puede estar en contra: los niños de 6º de Primaria y 1º de la ESO debatirían en un Pleno como si fueran concejales. ¿Adivinan sobre qué trataron? ¿Tal vez alguno se refirió a los 1.895 parados que suma el municipio, entre los que se encuentra su madre o padre? ¿O de la educación: sobre cómo aumenta el fracaso escolar en España y más todavía en la región? ¿De las zonas verdes, del humo de los coches que ahoga? ¿De adelantar la edad de voto para que, en última instancia, quien decida sobre el bien común sea al que le queda futuro?
Para nada: estos temas no interesan. Agua y más agua, que según las crónicas los alumnos debatieron con entusiasmo. Un pleno intenso en el que se aportaron eslóganes tales como «el agua es de todos», «los ríos no son de quienes viven cerca de ellos», «los trasvases crearían más riqueza en las regiones»…
La Constitución garantiza la solidaridad entre los españoles, y ésta incluye el agua a pesar de los deseos de los castellano manchegos. Francisco Celdrán, presidente de la Asamblea Regional, señala que no sería bueno para Murcia imitar el abertzalismo de otras comunidades españolas. Y tiene más razón que un santo. Pero no debe preocuparse: lo estamos calcando. Parte de la derecha se desgañita criticando Educación para la ciudadanía: «pretende adoctrinar a nuestros hijos», se sorprenden. Como si el adiestramiento al que ella nos somete en la región fuera liberal o tan siquiera beneficioso para los murcianos.
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