En los medios conservadores se ha puesto de moda tildar a José Luis Rodríguez Zapatero y su postura de "laicismo radical" (hace un par de días un articulista de La Opinión, Cayetano González, por ejemplo). Laicismo, según la RAE, significa "doctrina que defiende la independencia del hombre o de la sociedad, y más particularmente del Estado, respecto de cualquier organización o confesión religiosa". Apellidar al laicismo de radical sólo tiene sentido para inflar las palabras. No hay un proyecto de erradicar la religión de España ni tampoco expulsar los clérigos (anticlericalismo).
Pero el mito del Zapatero como un radical antirreligioso funciona tanto para la derecha católica como para insuflar ánimos a la izquierda extrema. Sin embargo, es mentira. A la izquierda progre, mas perpleja que otra cosa, con estas polémicas se le olvida que en la cuestión económica Zapatero ha dejado que el mercado se autogobierne (salvo cuando ha sido incapaz y le ha regalado nuestro dinero, el de los españoles), se ha entregado gustoso al capital. La derecha carca se alimenta del "España se rompe y con ella sus esencias (el catolicismo)".
Sin embargo, por más que me reiría mucho, no me imagino a Zapatero en plan Gabino Diego cantando: “Si los curas y monjas supieran, la paliza que les vamos a dar, gritarían libertad, libertad, libertad...“. O a lo Lerroux (qué gran tipo): "destruid sus templos, acabad con sus dioses, alzad el velo de las novicias y elevadlas a la categoría de madres para virilizar la especie". Quizá porque las monjitas de ahora no son como las de antes que daban mucho morbo a lo copla Rocío o a lo Imperio Argentina. Y con lo veteranas que son dudo que vayamos a repoblar España. Quien quiera conocer lo que es la persecución religiosa solamente tiene que consultar el imprescindible libro de J. Albertí La Iglesia en llamas, donde se ve cómo la destrucción de la Iglesia fue un objetivo importante en comunistas y socialistas e imprescindible para los anarquistas. La cuestión religiosa en 1931 fue mejor resuelta (aunque de una manera menos realista) que en la de 1978 y el añadido del Concordato.
Es cierto que entre ciertos medios de izquierdas (uno tiene que decidir si azuzados o no por el PSOE) en los últimos tiempos hay una especial inquina hacia la Iglesia, una satisfacción (como relamiéndose) con cada nuevo caso de pederastia en su seno; una izquierda que aplaude las bufonadas de un Leo Bassi o una Lady Gaga pero a la que le falta el valor de hacer lo propio con el Islam. Una provocación es Theo Van Gogh y su Submission. Pero a él lo asesinó un islamista y esta izquierda española no está dispuesta a jugarse la boca, que cantaría el Sabina.
La Ley de Libertad Religiosa de Zapatero no deja de ser una engañifa. No convierte a España en laica. Y lo que añade es de sentido común, tanto que no era ni necesaria una Ley. Que un funeral debe ser civil y que, si es religioso (a petición de los familiares de las víctimas) lo debe ser en todas las religiones de los muertos, para la eliminación de los símbolos religiosos ya bastaba con la orden de Estrasburgo... Pero en España no hay dinero para gastar y el PSOE y el PP para ganar las elecciones van a apostar por crispar cuanto más mejor.
Una auténtica España laica necesitaría que denunciáramos el Concordato. La Iglesia no es más que un club social, como tal que sus miembros se organicen y paguen lo que les toque. Pero nada de una casilla en Hacienda: ni para ellos ni para ninguna religión o ONG. Por tanto, fuera la financiación de la Iglesia católica. Fuera también, y esto es más importante, la religión de las escuelas (si para ellos las iglesias son sus templos y sus funcionarios sus sacerdotes; para nosotros lo son las escuelas y los maestros). No solamente la asignatura de religión, sino las escuelas o las universidades católicas. ¿Qué sucede y por qué el PSOE no hace esto? Porque debería invertir en educación y el PSOE ha decidido que toda su política sea gestos para el tendido. Nada de acabar con el auténtico poder de la Iglesia: su riqueza económica y el adoctrinamiento al que someten a los niños.
PD. La mayor desilusión con el Gobierno socialista de España ha sido precisamente que si "laicismo radical" fue un mito, igual lo fue "laicismo". Todavía el candidato Rubalcaba, el del sí, pero no, pero depende, puede proponer la derogración del Concordato. Solo que quién puede confiar (no digamos creer) a estas alturas en las promesas del PSOE.
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