En tiempos propicios para pasar inadvertidos se presentaron los presupuestos municipales en Caravaca, Bullas y Cehegín. A la baja: todos los ayuntamientos se comprometen a mantener el gasto social, las inversiones… y también sus propios sueldos. ¿El significado de gasto social e inversiones para oposición y Equipo de gobierno ya es otra historia? Por ejemplo, en Caravaca el Concejal de Hacienda destaca la apuesta por el fútbol base y no por el profesional, y la oposición duda de qué entiende por base. Ha coincidido con la salvación del Caravaca CF para disfrute de sus 300 o 400 aficionados (de una población de más de 25.000 personas).
Lo más llamativo de los presupuestos en Caravaca es el excesivo gasto en promocionar un producto, el Año Santo, que no ha traído maná del cielo sino muchos viejitos que desayunan los domingos en el Dulcinea (mi única diversión en este jubilar, a lo profesor Henry Higgins, es adivinar su procedencia por el acento). «Mucha promoción y poca limpieza», se podrían resumir así los presupuestos. Aunque ésta última también se lleva un buen pellizco: un ejemplo de cuando la empresa privada no funciona mejor que la pública es la gestión de la basura.
Caravaca y su síndrome de Diógenes: malo para la promoción, malo para quienes esquivamos vomitonas, chicles y cristales de casa al trabajo como si de una yincana (sin premio en forma de indulgencia plenaria) se tratara.
Tal vez deban endurecérsele las condiciones a la empresa encargada cuando se le renueve el contrato; tal vez los caravaqueños debamos ser menos sucios; tal vez los gobernantes deban hacer para lo que se les paga: gobernar. Esto incluye multar al infractor. Pero, después del santo, viene un año tal vez no laico pero sí con elecciones municipales. ¿Apuestan cuántas multas se pondrán por tirar basura a la vía pública, estacionar mal el auto, etcétera? Anímense, este verano no tengo nada de suerte.
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