Falleció Tony Judt, europeísta convencido, representante de una izquierda que nunca fue estalinista ni tan siquiera leninista. Aunque escribió en su libro póstumo: “Nunca hemos perdido del todo la sensación de que no se puede entender
por completo el siglo XX si en algún momento no compartiste sus
ilusiones, y la ilusión comunista en particular".
Tras este libro leí el que le dio fama: Postguerra, con una lección que tal vez las generaciones jóvenes desconocemos: desde el final de la II Guerra Mundial hasta la crisis de los 70 Europa vivió el mayor crecimiento de su historia moderna. Así se venció al comunismo. 1975 significó su entierro, aunque hasta 1989 no lo supiéramos. Cuando se firmó en el 75 el Acta de Helsinki, Estados Unidos reconocía la división de Europa, pero también la Unión Soviética se comprometía con los derechos humanos. No pensaba cumplirlo, pero grupos pro derechos humanos como el de Sajarov trabajaron en esta dirección. Es más, en 1975 se quitaron algunas restricciones para viajar a Europa Occidental. En los 70 se creía que esta vez era cierto que los rusos tenían más misiles, que la economía funcionaba mejor, pero bastó que un solo ciudadano del Este pudiera visitar Occidente para que descubriera lo lejos que quedaba el deseo de sus autoridades de la realidad.
Lo que da cuenta del historiador de raza de que era Tony Judt es que historiadores alejados de sus ideas elogiaran sus libros, como Niall Ferguson: "Judt es toda una autoridad, que aborrece el derramamiento de sangre pero disfruta con el combate verbal: es el intelectual de los intelectuales". Pero también que Tony Judt podía defender libros que en su momento (ahora lo han reeditado en España) soliviantaron a toda la izquierda. Me compré el Libro negro del comunismo y en contraportada una cita de Judt: "El mito de los fundadores bienintencionados -el buen zar Lenin, traicionado por sus malvados sucesores- debe desecharse para siempre. A partir de ahora nadie podrá fingir ignorar la naturaleza criminal del comunismo, y aquellos que han empezado a olvidar serán forzados a recordar de nuevo".
Los que han empezado a olvidar: el siglo XX fue el de los totalitarismos, pero también el de los hombres valientes que se enfrentaron a ellos y construyeron Europa. Eso es lo que no debemos olvidar: "A pesar de los horrores de su reciente pasado -y en gran medida gracias a ellos-, eran los europeos los que ahora estaban genuinamente posicionados para ofrecerle al mundo algún modesto consejo sobre cómo evitar repetir los errores del pasado. Pocos lo habrían dicho hace 60 años, pero puede que el siglo XXI pertenezca aún a los europeos".
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