jueves, 21 de julio de 2011

Bogart o Dunaway

Lo único que se trajo Murdoch de China
Más de 2.300 periodistas asesinados desde la década de los noventa, según la Fundación Internacional de Periodistas; otros bajo amenazas o que sufren abusos sexuales (Lara Logan denunció una agresión en Egipto, pero el Comité de Protección de Periodistas señala que no hacerlo público es lo normal ante el temor de que sus jefes les impidan acudir a países en guerra), blogueras como Shahinaz Abdel Salam o Yoani Sánchez, donde no hay prensa libre…
En poco tiempo, una profesión que podía presumir del Yo acuso de Zola, el Hiroshima de John Hersey (publicado en español por Turner) o las investigaciones de Woodward y Bernstein se ha encontrado con el escándalo del «caso Murdoch» (los únicos que han arrodillado al magnate australiano fueron los chinos: el capítulo «De cómo Murdoch perdió millones en China y encontró una esposa» dentro de Cultura Mainstream de Fréderic Martel) que la ha llevado a tocar fondo: esa Rebekah Brooks (me la he pedido de madrastra pelirroja para Reyes) que hace publica la enfermedad del hijo de Gordon Brown y luego obliga al padre a que acuda a su boda…
Pero News of the World también puede convertirse en un chivo expiatorio: un occidental se hace pasar por una bloguera lesbiana de Siria y los medios que lo publican, como el New York Times, no comprueban la identidad ni cuando afirma haber sido detenida; El Mundo se dedica a los kilos de más o menos de la Ministra de Sanidad; el ex periodista Cebrián abusa de su posición en El País para el desquite con Zapatero… por no hablar de la crítica literaria donde lo primero que debemos saber es si editorial y medio pertenecen al mismo grupo.
Ni una profesión heroica ni mercenarios untados con un «fondo de reptiles»; el futuro del periodismo se asemejará más a la belleza cínica de Faye Dunaway en Network (1976) que al rostro sincero y arruinado por el cáncer de Bogart en El cuarto poder (1952).
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