El Sicario de Dios: curas contra vampiros en un western futurista

Desde la fantástica Vampiros de John Carpenter (su última película, de argumento revisto..., la crítica de David López me convenció de que, teniendo tanto por ver, no merece la pena empezar por The Ward) creo que en Hollywood no se había hecho ningún western vampírico hasta El Sicario de Dios (The Priest, 2011). La de Carpenter bebe (como casi toda su carrera) del cine de Howard Hawks, mientras los dos que buscan a la joven de esta película recuerdan a John Wayne buscando a su sobrina en Centauros del Desierto. Demasiada referencia: deberíamos centrarnos en la novela gráfica del coreano Min-Woo Hyung, en la que está basada (o que es previa a la película: Priest Purgatorio).
Vampiros y humanos se han enfrentado desde el principio de los tiempos: los hombres se refugian en ciudades protegidas por la Iglesia, quien crea una casta especial de sacerdotes (en castellano, los Sicarios de Dios) que derrotan a los vampiros y a los que después se les revoca su poder. Años más tarde la sobrina de uno de estos sicarios, interpretado por Paul Bettany, es secuestra por vampiros y, a pesar de la excomunión de la jerarquía eclesiástica decide rescatarla. Comienza así hora y media de acción, con argumento pobre, pero es lo de menos porque cuando te has dado cuenta la película se ha acabado. Serie B para los calores de verano que, con Drive Angry (nadie más Serie Z que Nicholas Cage), Centurion o The Mechanic, ofrece una buena muestra de cine palomitero sin necesidad de ser un blockbuster tipo Transformers.

PD. Que nadie se lleva a engaños, no es Serie B de la mejor: que podría ser Piranha de Alexander Aja (crítica en Cinema Underground).

 PD2. Maggie Q. aparece desaprovechadísima. Tras el remake de la serie Nikita, lo extraño es que no le estén ofreciendo ahora todos los papeles de acción pensados para Angelina Jolie. Tenemos nueva reina.

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