Parece la norma que una generación desprecie lo que realizó la anterior (o, peor aun, lo desconozca). Los mandamos al sumidero de la Historia, que diría Trotsky si fueran burgueses y nosotros la evolución natural. Que no prentendan además contarnos qué hicieron: para nosotros, batallitas de viejos, escupimos, y pasamos al próximo tema.
En la gran Historia se puede comprobar fácilmente: los jóvenes bárbaros de 1909 criticaban la vieja política; el 14 a los noventayochistas; ahora, la Transición... dentro de veinte años, cuando "las nieves del tiempo platearon su sien", otros vendrán y se mofarán de nosotros. Esa necesidad de matar al padre (aunque según Onfray lo de follarse a la madre es cosa de Freud, es decir, porque Freud quisiera follarse a la suya, no todos querremos hacer lo propio con la nuestra) y a la vez el miedo a que los hijos nos devoren. El último mito en caer (el mito de la II República no hay quien lo tire para abajo) ha sido la Transición: Suárez, Juan Carlos, Gutiérrez Mellado...
Esta necesidad de derruir mitos todavía no ha llegado a nuestros pueblos. El anterior Alcalde de Cehegín mentó al hermano fallecido del actual Alcalde del mismo pueblo pero poco más.
En Caravaca se ha respetado al primer Alcalde de la democracia, aunque temo que los de mi edad lo conocemos por el instituto y los que tengan diez años menos no lo conocen de nada. También se respetó la figura del segundo Alcalde, Antonio García Martínez Reina, que falleció hace unos días. Pero, importante, se respetó una vez que dejó la política, porque recuerdo que muchos esperaban verlo con un cochazo que no existió en ningún momento (en los pueblos siempre pensamos que el Alcalde se ha comprado un cochazo, también Domingo Aranda y tiene un coche normal: el temor es que pensemos "como nosotros robaríamos, lo normal es que el político también lo haga). Pude entrevistarlo alguna vez para el periódico: la familia de Harry y la suya eran amigas, pero nunca me interesó demasiado... ahora evidentemente me arrepiento. Así que el único recuerdo que de él tengo es vistiéndonos una noche de taifas, arreglándonos el traje, porque Harry y yo ni idea... También, hace unos meses, con el centenario del PSRM, una charla que dio en la Casa de la Cultura (lo vi por la tele, tampoco fui: lo escuché más bien, creo, en una grabación que me pasó Paco Sánchez de Cadena Ser Noroeste), en lo que me pareció la reivindicación más inteligente del socialismo caravaqueño en todos los años que llevo trabajando en el periódico.
Una generación como la mía (o la parte de la generación en la que me englobo) que no cree en nada, menos en los políticos: en su sinceridad, en su capacidad..., y, si piensa en la politica, es como el Filósofo del Martillo: intentando que no queden otras huellas que no sean la nuestras, que Cartago por siempre sea borrada...
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