En la turca Av Mevsimi, el novato se pregunta sobre la posibilidad de un asesino en serie en su país.
Pregunta del subdesarrollo o de un pretendido camino diferente, que también se hacía el español Pérez Reverte: este, que siempre tiene respuesta, concluía que el asesino en serie es un producto norteamericano mientras que aquí se lleva el crimen cainita, un Puerto Hurraco en el alma.
¿Es lo moderno el serial killer (el noruego, en todo caso, entraría en la categoría de asesino múltiple)? ¿O ha estado siempre allí (Whithechapel) pero no teníamos CSI, Bones, etcétera? Y si hacemos caso a los perfiles Hollywood, ¿puede existir un serial killer que no sea blanco y que no tenga entre veinte y cincuenta años?
Los periódicos españoles se retuercen hablando de islamofobia (que ha aumentado, pero no ha disminuido, como pretenden, el antisemitismo: ni la islamofobia es tan solo de derechas ni el antisemitismo de izquierdas) y dan la palabra a los escritores actuales de novela negra nórdica. Y ahí tenía curiosidad porque esperaba que no cayeran en los tópicos... y lo hacen. Un par o tres de escritoras destacan que no podrán quebrar su sociedad multicultural, y el más señero de todos, Mankell, aplicando el concepto de "banalidad del mal" dice de Eichmann
“Para aquellos que no recuerden el proceso, Eichmann fue el comandante, enormemente temido, de un campo nazi, que no dudó en llevar a cabo las órdenes que recibió sobre el extermino masivo de judíos, gitanos y otras personas que Hitler pensaba que debían ser eliminadas de la faz de la tierra.”
Esto lo firma un hombre, se supone, culto. No es necesario leerse Eichmann en Jerusalén para saber que el tipo no dirigió ningún campo...
Los novelistas, por tanto, no nos sirven. De lo que significa una sociedad multicultural de la que se embeben tanto (unos para apoyar, otros para rechazar), escribiré otro día: la semana pasada había un par de artículos en The New Yorker sobre el multiculturalismo y, leyéndolos, comprendes que en Estados Unidos y en Europa no hablamos el mismo lenguaje aunque utilicemos las mismas palabras...
Pero llegamos a Estados Unidos, porque el criminal tiene más que ver con la extrema derecha individualista norteamericana que con el fascismo europeo o con la derecha tradicional española. En ese sentido, el análisis más inteligente de los que he leído me ha parecido el de Joaquín Prieto (cita obligada a Stieg Larsson), La herencia del asesino de Oklahoma.
Pero llegamos a Estados Unidos, porque el criminal tiene más que ver con la extrema derecha individualista norteamericana que con el fascismo europeo o con la derecha tradicional española. En ese sentido, el análisis más inteligente de los que he leído me ha parecido el de Joaquín Prieto (cita obligada a Stieg Larsson), La herencia del asesino de Oklahoma.
"Pero, para ellos, los verdaderos malos de la película no son los inmigrantes, sino la élite del poder, que sacrifica a su país en el altar del "multiculturalismo"".
Al leer élites de poder, el lector y yo exclamaremos "¡si son solo unos muchachos que participaban en un campus político!". Pero un tipo como este, con una visión del mundo así, podría firmar una canción de La Polla que decía, más o menos: "mientras en sus escuelas [católicas] preparan los cargos de mando de la represión fascista".
"La represión fascista" la organiza el Opus; "la represión fascista" la organiza la socialdemocracia noruega...; el FBI para un paleto sureño, o un Presidente que se han empeñado que es una quintacolumna del Islam... Podríamos definir el crimen como un "crimen por envidia", de quien se encuentra que hay mejores que él o que tienen mayores oportunidades.
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