martes, 5 de julio de 2011

Su cuarto era Leaving Las Vegas sin Elisabeth Shue

Y su cuarto era el de Leaving Las Vegas sin Elisabeth Shue...
- Sucidarse no debería tardar tanto - bromeaba y esnifaba cocaína y pasaban Traffic por televisión.
"Blow your mind -le habían asegurado- si ves El Mago de Oz y escuchas a la vez The dark side of the moon". Pero no: el estribillo Ding Dong! The witch is dead y el instrumental On the run no mezclaban tan bien como prometía la experiencia. Y cortaba la coca y se imaginaba Kate Moss, novia a la fuga, aspiraba por un agujero y luego por el otro y notaba a faltar algo, un no sé qué...
Era el medicamento que amarga: se sabía enganchado al corte antes que a la droga; se sabía en el cuarto de Leaving Las Vegas solo, sin Elisabeth, sin una muerte cercana, sin un Oscar en el horizonte. Solo él y solo Traffic... y cambiaba porque ya se acercaba el final made in Hollywood.

Recordó la última noche -se precipitaba- la noche anterior cuando se examinaba el rostro en el espejo mientras inhalaba popper con ansia, treinta segundos, subidón con la canción, e inhalar otra vez. Antes de cruzar el espejo, pensó en la cara hinchada, deforme, enrojecida... Pero ni tan solo aquello era cierto: en el espejo se veía pálido, la sangre no bombeaba al cerebro aunque le palpitaba la sien.
Preparó otra raya de cocaína, fueron dos, porque fingió que no estaba solo. Pero la dinámica fue la misma: agujero izquierdo, agujero derecho y, al aspirar, sí notó el amargor, pero era su propia sangre que amargaba y volvió a imaginarse un corte que devolviera el amargor, no la pureza, el amargor.

Levantó la mirada: tertulia política propia de televisión local. "He gastado en media hora la neurona de toda esa escoria reunida", le sorprendió haberlo dicho en voz alta. Pero era el cuarto de Leaving Las Vegas sin Shue, Elisabeth. Cambió otra vez a Traffic: Douglas y mamá Douglas y la basura blanca que hacía de hija, todos de la mano en un centro de rehabilitación. Puta progresía. "El poder reparador de la familia", bromeó. ¿Lo había vuelto a decir en voz alta? Y rebuscó hasta encontrar el tema Qué lindo es drogarse en familia. Pero ni le apeteció darle al play.

-Ya que no es fácil, debería hacerlo rápido. Suicidarme - se dijo.
Y el ritual: una por papá, otra por mamá... y una tercera por los abuelitos... Y le llegó primero la sangre, y la arcada, y el vómito en la papelera, y los ojos vidriosos pero todavía vivo. Insensiblemente vivo.
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