Hidrogenesse, con el retrato de Alan Turing |
«Despierta Alan…», envueltos en
una nube de electrónica escuchamos a Hidrogenesse rememorar la figura del
científico británico que la revista Time considera
entre las cien más importantes del siglo XX.
Alan Turing |
Se cumple este 2012 el centenario
del nacimiento de Alan Turing en una Europa en la que, con escasa fortuna, los
científicos ganadores del Premio Nobel se han movilizado para que no se recorte
más en investigación (la ciencia, una de esas seis aplicaciones demoledoras que
para Niall Ferguson dieron a Occidente la ventaja sobre el resto de
civilizaciones). Y, en España, además del disco de Hidrogenesse (que se escuchó
por vez primera en el SOS murciano), y de algunos blogs dedicados a su figura (El País publica uno excelente) y libros
como El hombre que sabía demasiado,
de David Leavitt, poco ha trascendido de una figura trágica cuya historia, una
vez conocida, difícilmente se olvida.
Padre (o profeta) de la
inteligencia artificial, sus hallazgos permitieron descifrar el código nazi
Enigma y, con él, adelantarse los británicos a cualquier movimiento de Hitler.
Después de la guerra, héroe condecorado con la Orden del Imperio Británico, pero un ex amante
intenta robarle, y al héroe se le aplica la misma ley victoriana que a Oscar
Wilde. Condenado por sodomía en 1952, cárcel o castración… y elige esta última
y luego una manzana envenenada: la tomó él de las manos de la madrastra
Inglaterra que anteayer se disculpó.
Bill Joy, creador del lenguaje
Java, alerta que con la unión de la red de ordenadores y la ciencia genética
«podría surgir la tecnología que podrá desplazar a nuestra especie humana en
pocas décadas». Una nueva configuración de nuestro mundo en el bueno y el mal
sentido. Algo de lo que advirtió Alan Turing y que temía que rechazaran por sus
gustos sexuales. De ahí su falso silogismo: «Turing cree que las máquinas
piensan. Turing yace con hombres. Luego las máquinas no piensan».
Tantas portadas dedicadas a políticos, futbolistas y modelos,
una trinidad de la inutilidad, y ninguna para Alan Turing, que predijo nuestro
presente y el futuro de nuestros hijos. Los periodistas contribuimos al
retroceso de nuestra sociedad, pronto, con nuestra aquiescencia servil, aplicarán las
mismas leyes que a Alan Turing. O que a Miguel Servet.
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