Con Rubén Castillo y Paco López Mengual, en Molina (foto Carmen Martínez) |
Rubén Castillo presentó Galatea de las esferas, publicada por Gollarín (entrevista aquí), en Molina de Segura, rodeado de sus amigos. Y para mí fue la primera vez que hablaba en público. Hablé...
Demasiado rápido, según mi padre; demasiado bajo, según mi madre y mi novia. Eso sí, ambas aseguraban que el más guapo de los tres era yo (qué van a decir).
Recibí más tarde las fotografías para publicar alguna en El Noroeste. Y no sé el porqué pero tengo la mano izquierda en el hombro derecho. ¿Apenas uns instante que capturó (no pienso escribir "inmortalizó") la cámara? Al parecer, no. Se posó en el hombro al principio de la charla y casi no la moví en la hora aproximada que duró.
¿Una manera de protegerme de una amenaza ficticia? Como no aprendí nada cuando estudiamos comunicación no verbal, me abstendré de conjeturar.
En la librería Caballero de Mula (foto Jesús Morata) |
Días más tarde repetí en otra presentación, esta vez en Mula. En una librería como las que no existen en mi pueblo, Caravaca. Como ni fue mi madre ni mi novia y aún no tengo club de fan ni groupies que me persigan, no sé si era el más guapo. Esta vez quedamos solo Rubén y yo. Mi padre, eso sí, a pesar de que habría unas diez personas en la presentación y estaba a menos de diez metros de mí, aseguró que seguía hablando bajito. Aviso que mi padre cada día está más sordo y no resulta una fuente fiable.
Cuando recibí las fotos, milagrosamente mi mano ya no está pegada al hombre contrario, pero sí en la boca (no cuando intervine). ¿Postura defensiva pero menos? ¿Me estoy soltando? Siendo sincero me golpeé la cabeza al bajar del coche y me atontó una miaja, quizá por eso no me puse tan nervioso. Además, un hombre y una mujer jóvenes me sonrieron mientras hablaba y, desde ese momento, los miraba casi de continuo. ¿Qué mejor que una cara amiga?
No sé cuándo volveré (si vuelvo) a participar en la presentación de un libro (de momento cobro nada y, raras son las mujeres, se empeñan en pedirle firmas y fotos a Rubén Castillo y no a mí: ingrato oficio el de presentador). Pero si ocurre voy a hacer la de Sharon Stone en el interrogatorio de Instinto Básico. Así seguro que supero el miedo a hablar en público y lo mismo me gano una noche en la cárcel por exhibición. Y quién sabe si alguna guapa lectora más preocupada de lo que ocurre debajo de la mesa me pide una firma y una foto... y una cita.
Parodia de Instinto Básico
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