"Eso quién te lo ha dicho, ¿un hombre?" Fue la reacción de una mujer al comentario "Dicen que El lobo de Wall Street mola". Hasta hubiese podido sustituirlo por "Eso quién te lo ha dicho, ¿un drogadicto?
No comparto los juicios morales sobre un producto de ficción ni tampoco espero que, además de entretener, busque dogmatizar, politizar o educar al espectador.
Es evidente desde el mismo prólogo que Scorsese no pretende condenar ni redimir al personaje interpretado por DiCaprio, lo que nos ahorra el clásico planteamiento de los biopic: ascenso, caída, redención (gracias a la religión, la familia...). Y también que tiene simpatía por ese Jordan Belfort interpretado por DiCaprio, aunque como el actor comentó sea un patán. Incluso en Estados Unidos se ha relacionado el hecho de que DiCaprio no obtuviese -y van...- el Oscar con el personaje que representa (la carta de la hija de un estafado explicando quién fue realmente el Lobo y qué les ocurrió a sus víctimas).
No entro en el juicio moral: así que en El lobo de Wall Street nos encontramos con el poderoso estilo de su director (no tan alejado de Uno de los nuestros), la química entre sus actores, actores no actrices (genial Jonah Hill) y un guión que consigue, por lo menos en mi caso, que no se me hagan largas las más de dos horas y media que dura la película. Luego se te olvida la película (luego es al momento de finalizar los títulos de crédito), salvo el plano final (en el que sí hay una mirada del director sobre la suciedad, perdón, sociedad, y no es agradable lo que vemos a través de sus ojos: todos somos Jordan Belfort... o nos gustaría parecernos) y sabes que lo que te ha hecho mantenerte interesado en la película son los caramelos del guión, ya que como Belfort habla -y el que lo piensa es Scorsese- "qué más da la estafa, la época, la detención: el sexo y las drogas, más las drogas que el sexo, es lo que nos ofrece El lobo de Wall Street en abundancia.
Y antes de que desaparezca de tu memoria la película de Scorsese tecleas "Las drogas del Lobo de Wall Street" y sí existe el lude (bendito lude9. Y también todas sus amigas: “El quaalude, o lude como se le suele llamar vulgarmente, fue sintetizado por primera vez en 1951 por un doctor indio como un sedante, y fue prescrito para tratar a amas de casa estresadas con trastornos del sueño. Pero muy pronto, alguien se dió cuenta de que si resistes las ganas de dormir solamente por 15 minutos, se consigue un buen subidón. La gente no tardó en abusar de los “ludes”, por supuesto, y en 1982, el gobierno de los Estados Unidos, junto con el resto del mundo, los incluyeron en la Categoría I (de sustancias controladas)”.
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