viernes, 25 de junio de 2010

"A la francesa"

Hay muchas maneras de marcharse o despedirse: dejando un bonito cadáver (a lo James Dean), ganando una Eurocopa (como Luis Aragonés) o saludando desde un bonito descapotable en Dallas (adivinen).
En el siglo XVIII lo bien visto en la alta sociedad francesa era abandonar una reunión sin despedirse de los anfitriones. Era expresión de buen gusto y tal vez hasta podamos pensar que el Presidente del Bando Caballista conocía estos ilustres antecedentes (de alguna lectura de protocolo) cuando decidió no presentar las cuentas económicas el día del Cabildo como hicieron los otros presidentes, Comisión de Festejos y Cofradía. Su balance presentaba una pequeñísima particularidad: la deuda de su mandato sobrepasa los ciento diez mil euros. No era obligatorio que estuviera, una vez que sus propios peñistas rechazaron las cuentas. Pero sí elegante asumir las responsabilidades de una mala gestión… Dar la cara en vez de marcharse «a la francesa». Al déficit se le añade otra cuestión inquietante: desde antes de las fiestas, se hablaba en el pueblo de una deuda de sesenta o setenta mil euros que ha resultado mucho mayor: ¿quién tiene la última responsabilidad a la hora de controlar a los presidentes? ¿Y sólo una vez al año cuando se manejan tantos millones?
Los franceses se cansaron de marcharse «a la francesa» y ahora en los adioses se dan tres y hasta cuatro besos (las fuentes no se ponen de acuerdo). Ésta podía haber sido la elección del Presidente de los Caballos. Un ceremonioso besar y más besar a los pasmados cofrades en el Cabildo mientras les decía «hasta la próxima». Y es que ya que decide reírse de todos mejor llevar la astracanada hasta el final y no hacer mutis por el foro.

PD. Los franceses utilizan «filer a l'anglaise», despedirse a la inglesa. Pero los ingleses no son tan besucones como los franceses y estropeaban el final del artículo.
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