Harvey Manostijeras Weinstein |
En los 70 los directores y actores podían morir de una sobredosis; en los 90 por una comilona de hamburguesas y coca cola diet; en los 70, jodían con la mujer del amigo; en los 90, la empresa del amigo. Es normal, por tanto, que Sexo, mentiras y Hollywood de Peter Biskind resulte menos interesante (que no aburrido) que Moteros tranquilos, toros salvajes.
Además, están los directores: ni tan siquiera Tarantino o Soderbergh se acercan a los grandes de los 70 como Scorsese, Coppola o Ashby.
El libro de Sexo, mentiras y Hollywood trata, por encima de todo lo demás, de Miramax y de Sundance: los primeros años del festival creado por Redford en el que se ponían películas que gustaban solamente a norteamericanos de camisa a cuadros, amantes de la naturaleza y ecologistas hasta que llegó primero el Soderbergh de Sexo, mentiras y cintas de video y después el Tarantino de Reservoir Dogs (aunque no fue la ganadora de ese año: recibió muchísimas críticas, provocó tanto Tarantino que llegó a espetar al público que parecía el Festival de Lesbianas y Gais de tantas películas de esa temática). Y luego están los Weinstein, sobre todo Harvey Manostijeras, llamado así por su manera de cortar películas, Todd Haynes y el nuevo queer cinema, Lisa Chodolenko, el éxito del Indomable Will Hunting (Affleck, Damon y Kevin Smith son los más favorables a Miramax: en Jay y Silent Bob hay un par de chistes nada más empezar sobre la productora), y la lucha por los Oscar, y compañías como October, que tuvieron que venderse, pero como ellos reconocían, sin que los comprara una gran productora nunca hubieran podido hacer Carretera perdida; Miramax también se vendió a Disney y Dimension, que nació de Miramax, con los Scream y Scary Movie, pronto tuvo más éxito que Miramax, lo que enfurecía a Harvey, ya que Dimension la llevaba su hermano Bob; el éxito de Shakespeare in love y a partir de ahí lo que la crítica denominó eurobudin en películas como Chocolat...
Cómo Soderbergh desde su éxito inicial pasó su temporada en el desierto hasta que acertó con Erin y con Traffic y, desde entonces, decidió hacer una película para sí y otra para el gran público.
Se lee del tirón, y he descubierto películas que desconocía como Superstar de Todd Haynes o High Art de Lisa Chodolenko, pero sin la pasión del anterior. Lógicamente, cuanto menos indies eran más vendían, pero peor se sentían: aunque ahora mismo todos están asentados en la industria: el propio Russel, que se mostraba crítico con el Soderbergh de "una para mí, otra para ellos"; en el fondo las hace "todas para ellos" como esa última de The Fighter (buena película, pero no se aleja en nada del Indomable Will Hunting: aquí post anterior).
A ver si Biskind se da una vuelta por los "autores" europeos y saca un poco de su mala baba por aquí.
PD. "¿Es el mundo del cine independiente un lugar en el que los estudios desarrollan a los futuros talentos, una granja para los grandes estudios? ¿O es un mundo autónomo, con sus propios valores y su propia estética, fuera del empuje gravitacional del sistema e incluso contra dicha fuerza?".
PD. El regreo de Havey Manostijeras Weinstein en 2012.
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