El director de Amanecer de los muertos y 300 dirige una decepcionante Sucker Punch.
La Lolita de Nabokov no tiene la misma edad que la Lolita de Kubrick ni esta última la/las de Zack Snyder. En este caso la protagonista es una joven de veinte años que la vemos por primera vez en el manicomio vestida de colegiada.
Acción, ropa ceñida en un perfil de heroína que responde a la fantasía de muchos hombres y mujeres: aquella que te mata con cara de ángel (aquí sí podríamos hablar de una "auténtica muerte digna"): Emily Browning, Jena Malone, Vanessa Hudgens...
El problema de estas película de chicas sexys es que no lo son (volveremos a Snyder y las mujeres)y la historia se queda en una tierra de nadie (apuesta por el espectáculo) con un argumento perverso en manos de un Haneke o un Miike: el padrastro de una joven asesina a su hermana (y probablemente a su madre) y la encierra en un manicomio, donde le harán la lobotomía, para que no cuente su historia. Otras jóvenes y ella creerán encontrarse en un burdel (realidad menos mala que el centro donde sufren abusos) y la protagonista todavía vivirá otra realidad en la que debe resolver misiones para escapar del manicomio. Las misiones tienen la estructura de un videojuego (la búsqueda de ítem que la ayudaran a encontrar la salida) y la estética de un videoclip (con una banda sonora muy acertada).
Pero el videoclip cansa pronto: salvo la maravillosa (y desasosegante) escena de apertura; el videojuego tiene un tono mecánico: ella baila e, inmediatamente, se transporta a otro mundo donde debe luchar con soldados alemanes zombies, dragones, etc., al regreso al nivel II (el burdel) sus compañeras han logrado quitarle un ítem a los guardias mientras estos miran embobados a la protagonista. Sin embargo, Snyder pierde la mayor oportunidad que se le ofrecía: la de mezclar los tres niveles (por qué no más) de tal manera que acabara convirtiéndose en una pesadilla de David Lynch. Solamente en una secuencia lo intenta, así que la película resulta aburridísima, excepto en sus primeros minutos y en sus últimos minutos donde Snyder, al igual que hiciera en los 300, lanza una oda a la libertad: en esta sobre nuestra propia mente, en la anterior sobre las libertades griegas (occidentales) sobre la esclavitud asiática. Pero las secuencias de acción son previsibles, los actores apenas interesan y las chicas, ceñidas con vestidos sexys (y bastante uniforme) no tienen el atractivo de Kill Bill, por ejemplo. Aunque no se atreve a tirar por el otro lado: una crítica más oscura, dentro del entertainment, de las prácticas siquiátricas y los abusos a pacientes: ni va a contentar al público adolescente ni a ningún otro. Paso atrás respecto a 300 (aquí una reseña)
Los cuerpos y Zack Snyder
A Zack Snyder le apetece mostrar cuerpos jóvenes y atractivos. Y en esta película así son todas las mujeres. Aunque mi impresión es que disfruta más con los cuerpos de los hombres, esos exagerados de esteroides de los 300 espartanos, así que no se nos muestra como un buen erotómano (como el perdido Soderbergh cuando tiene que competir en Eros con Wong Kar Wai). Una lástima.
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