Cuando AMC no renueva tu serie favorita, Rubicón, porque prepara (asegura) otra parecida pero mejor... cuando además esa serie es una versión de otra danesa, Forbrydelsen, que los críticos consideran igual o superior que su remake (David Trueba y Tomás Delclós)...
Entonces surgen dudas de qué hacer: por qué no la original que tiene también subtítulos en castellano.
Las dudas no desaparecen, pero se atenúan tras ver el piloto de hora y media: el mejor en años: más que el de The walking dead -a partir de ahí la primera temporada naufraga-, Boardwalk Empire o Treme.
Una adolescente desaparece: seguimos a una detective, en su último día, y a su compañero; la angustia de la familia y el pasado que se desvelará; y a un político en uno de cuyos coches de campaña electoral finalmente aparece la niña asesinada. Cada una de estas subtramas se cruza y además produce otras subtramas que enriquecen la historia no solo con lo que pasó a la asesinada Rosie Larsen, sino con lo que ocurrirá en el futuro a esa familia destrozada, al mirlo blanco que se presenta de candidato, a la policía que pretende mudarse...
Trece días: capítulo por día en un Seatle con una fotografía apagada (¿existe ciudad más triste que Seatle? ¿cuánto marca el paisaje de la ciudad?), unas interpretaciones memorables (todas ellas. Para los Emmys, solamente es candidata Michelle Forbes. La serie no opta a ninguno), un guión casi perfecto (el "casi" es alguna trampa indigna para producir el giro o el final de temporada que no desvelaré), lento, donde descartamos sospechosos, pistas, volvemos a ellos... y en los últimos cinco minutos finales todo explota en pantalla para que tengamos que ver el siguiente episodio.
En ese último episodio es en el que más parecido puede encontrarse con Rubicon (con Twin Peaks el único es el poster con la cara de la niña y la pregunta Who killed Rosie Larsen?), sobre todo en lo que podemos esperar de una segunda temporada que quizá huya del capítulo por día e incluso de la pura y dura investigación policiaca para pasar a los terrenos de la teoría de la conspiración... O tal vez como en The Wire la intención de The Killing es hacer un fresco de la ciudad, en este caso Seatle, donde ahora pasean los políticos (en la primera temporada lucha por la Alcaldía), luego los barrios de inmigrantes, luego...
PD2. La crítica la ha elevado para luego despedazarla: no creo que sea para tanto. Las tres partes funcionan: la dramática de la familia, la policial y la intriga política. El parón del capítulo 11, que nada tiene que ver con la trama, es perfecto (un momento para reflexionar cómo ha evolucionado la relación entre la pareja de policías). Al igual que en momentos del 12. El 13 y último juega a otra cosa: no me ha desagradado pero hubiera preferido que acabara aquí, sin segunda temporada. Como The Big C, no había necesidad de una segunda (que de momento no estoy viendo).
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