lunes, 18 de enero de 2010

Deporte y política van de la mano

Shahar Peer, durante su servicio militar

«La guerra es la política continuada por otros medios», escribió Clausewitz. En algunos casos podríamos decir igualmente que «el deporte es la guerra continuada por otros medios», pero también que «el deporte es la política continuada por otros medios».

Pongamos unos ejemplos:
En cuanto a que el deporte es la guerra, sólo hay que ver a los aficionados, sobre todo en el fútbol, con la cara pintarrajeada y sus pancartas. Incluso hubo una guerra entre Honduras y El Salvador que ha pasado a la Historia como la Guerra del Fútbol; tampoco podemos olvidar los Argentina – Inglaterra, tan cargados de tensión tras la Guerra de las Malvinas. O, en España, donde la cancha de fútbol puede servir para aliviar la tensión nacionalista: desde el «yo soy español» popularizado tras la victoria en la Eurocopa hasta los silbidos al himno nacional por parte de aficionados vascos y catalanes (o aficionados del resto de España que cuando los títulos no llegan con la Selección tienden a culpar a los jugadores catalanes o vascos). Por no hablar de la tenista israelí Shahar Peer, a la que el público silba en cada uno de sus encuentros.
En cuanto a que el deporte es la política, el 29 de enero se estrenó en España la última de Clint Eastwood, Invictus, con protagonismo de Nelson Mandela. Es una historia de rugby y política interior: en la que el político sudafricano consigue que toda la nación apoye a un equipo, formado por blancos y que lleva en su uniforme el verde asociado al apartheid. Una hábil estrategia de Mandela que no había jugado al rugby en su vida, pero que tras el Campeonato del Mundo que se celebra en Sudáfrica consigue que la nación aparezca unida, sin importar la raza. No hay que irse tan lejos: si hacemos caso a los viejos, era costumbre de Franco combatir la crispación social con fútbol, y si era del Madrid mejor. Con razón decía Camus: «Todo lo que sé de la moral de los hombres lo he aprendido del fútbol».
Simon Kruper escribió el excelente Fútbol contra el enemigo (aquí una reseña mía) que trata sobre el tema.

PD.  El libro de John Carlin en que se inspira Clint Eastwood es entretenidísimo, la película de Clint Eastwood la más floja del director en un par de décadas (aquí una crítica mía).
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