
Siempre vi así a Salva Ballesta: escaso cerebro y una biografía en la que, legítimamente, pasó de demostrar a cada paso su españolismo (ningún problema: fue un invento de los nacionalismo periféricos, aceptado sin presentar batalla de ideas por la izquierda española, de que existen nacionalismos buenos -catalán o vasco- y nacionalismos malos -el español o castellano) a mostrar lo que podríamos calificar con ideas próximas o directamente franquistas y dictatoriales: su admiración por pilotos franquistas, el deseo de conocer a Tejero, su reacción ante el 11M apostando por una Noche de Cuchillos Largos...