Orgullo gay, orgullo vikingo,
orgullo comanche, orgullo murciano…
La última de estas expresiones
«orgullo murciano» se repetía constantemente en las redes sociales cuando se
conoció que a un empresario de la región y a un médico le han concedido la Medalla de Oro al Mérito
en el Trabajo.
Alegría, imagino, para familiares
y amigos, pero creer que exista una «condición murciana», con sus atributos
positivos y negativos, parece propio de románticos alemanes o de un nuevo Ernest
Renan que, a la separación racial entre arios y semitas, le sume una tercera
categoría, la «raza murciana», que incluye un gen que permite operar
exitosamente a futbolistas exitosos.