lunes, 7 de junio de 2010

Preeminencia entre lo civil y lo religioso en Caravaca de la Cruz

Vivimos en un medio cristiano de un modo tan natural que no nos damos ni cuenta. Nuestras fiestas son religiosas, nuestro despertar suele ir acompañado del tañer de campanas. Nada extraño en un país como España que tiene entre sus glorias el ser luz de Trento. En Caravaca todavía es mayor la naturalidad con que vida y religión se entremezclan. Para el municipio tal vez haya sido beneficioso, económica y culturalmente. Aunque hay momentos que no pueden dejar de calificarse como ridículos, como cuando vemos al cura bendiciendo cualquier obra que se construya en Caravaca. Aquí en Caravaca la figura de Cofradía es omnipresente. Lo invade todo. Lo mismo da que hayan repintado el Cuartel de la Guardia Civil o que haya una merendola para scouts, que su representante estará allí, acompañando a las autoridades civiles.
A veces da la sensación que nos encontramos en la Edad Media cuando se discutía la preeminencia del Papa y del Emperador y uno excomulgaba al otro y el otro arrestaba al uno. La semana pasada, en esta cadena SER, unas declaraciones del Hermano Mayor destaparon lo que era un secreto a voces desde que se eligió la actual Cofradía: las relaciones entre ésta y el Ayuntamiento no son las mejores. A los no creyentes esto como que nos da igual si no fuera porque a veces dan lugar a situaciones de ridículo que afectan a los caravaqueños. Por ejemplo, este fin de semana la Armada visitó Caravaca. La intención era hacer una peregrinación aprovechando el Año Santo. Y quien quiso de los militares ganó el jubileo, faltaría más. Pero una cuestión de preeminencia: si debían haber invitado a Cofradía a la rueda de prensa donde se presentó la peregrinación (y unas cartas cruzadas) han tenido como consecuencia que los caravaqueños que deseaban ver desfilar a nuestros soldados hasta su Castillo no pudieran hacerlo. El almirante, finalizado un precioso concierto en el Arco (cada vez, al contrario que Brassens, disfuto más con las marchas militares), montó en su coche y nunca más se supo de él. Es una pena que celos infantiles desluzcan un Año Santo que para los cristianos imagino que estará resultando fantástico.
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