martes, 29 de junio de 2010

Reivindicaciones de la Transición y la izquierda sensacionalista

En días casi consecutivos ha publicado El País dos artículos en su sección La Cuarta Página reivindicando la importancia de la Transición. El primero fue de Santos Juliá y ayer lunes fue el turno de Gregorio Marañón y Bertrán de Lis (imagino que algún nieto) que se titula La insobornable verdad y que, en el subtítulo, podemos leer: "La Transición no es un pacto de olvido sino un pacto hecho desde el recuerdo de las dos Españas" (algo parecido defiende Carmen Iglesias en No siempre lo peor es cierto).


Imagino que El País ha pensado que no puede competir con Público (esta mañana en su edición digital, y sobre una victoria de los fanáticos de las armas, aparecía una fotografía de Charlton Heston, lo que me ha hecho dudar de si estaba todavía vivo: a estas horas continúa la fotografía) y traer nuevamente a nuestra memoria la Guerra Civil y ha decidido desmarcarse un poco.
Sin embargo, lo que me interesa del artículo de Gregorio Marañón es otra afirmación: "Pero los jóvenes prefieren identificarse como "nietos de la guerra" que como "hijos de la Transición"". Cuando yo era joven (he llegado a los treinta), cantábamos una canción muy conocida que decía: "Somos los hijos de los obreros que nunca pudistéis matar. Somos los nietos de los que perdieron la Guerra Civil". Y también: "Por eso nunca, nunca votamos al Partido Popular, ni al PSOE y sus traidores...". Nosotros, los que sí éramos jóvenes, considerábamos al PSOE un traidor, no tanto por lo que hubiera hecho en la Guerra, que en nuestra mayoría desconocíamos, como precisamente por la Transición. Pensábamos que a la elite franquista se le había adherido otra elite socialista y que, en definitiva, alguno más iba a chupar pero que no iba a cambiar lo importante.
Lo extraño es que han sido los socialistas quienes han decidido desenterrar la Guerra Civil. No socialistas jóvenes. Aunque habría que saber qué entiende este Gregorio Marañón por joven. Pensemos en cuatro pensantes de la Memoria Histórica: Zapatero nació en el 60; José Blanco en el 62; Garzón en el 55; y Leire Pajín en el 76. La única joven es Leire Pajín (la única que a lo mejor coreó a La Polla), los demás no son ya ni cuarentones. Si los jóvenes se han vuelto a la Guerra Civil en vez de preocuparse por el futuro tiene que ver con la demagogia propia de un grupo de cincuentones que ahora dominan la política y que no tienen en ningún caso un pasado revolucionario (es normal, por edad a ninguno le iban a llamar camarada y un nombre falso o se iba a jugar el tipo contra los grises). Esta izquierda, que llamaremos izquierda por decirle algo, la ha denominado Irene Lozano en su Lecciones para el inconformista aturdido en tres horas y cuarto por un ensayista inexperto y sin papeles, la izquierda sensacionalista. A saber: esta izquierda sensacionalista "decidió que su política económica sería la de la derecha y que se arrodillaría genuflexa ante el gran capital con más dedicación que la derecha...". Entonces, ¿cómo mantenerse en el poder? Proporcionando emociones fuertes. Por ejemplo, ataques a la Iglesia pero sin quitarle a ésta su máximo poder: el de controlar las mentes de los tiernos infantes. Es decir, prohibiendo la enseñanza religiosa. ¿Pero qué pasaría si la prohibiera? Que el Estado debería invertir más en educación subiendo el impuesto a los ricos, cosa que la izquierda sensacionalista no está dispuesta a hacer. ¿Más casos? Una Ley de Igualdad que no iguala los salarios: a mismo empleo y cualificación mismo dinero para hombres y mujeres.
Pero en España no hay nada más fuerte, que sea como una droga pura, que la Guerra Civil y echarse los muertos a la cara. De ahí viene el interés por la Memoria Histórica, que no se trata de borrar los símbolos del franquismo ni de que cada cual tenga derecho a enterrar a sus muertos, que en eso estamos casi todos de acuerdo, sino de pensar que los muertos de uno valen más que los de otro y también que las circunstancias de España no han cambiado.
Lo importante no es por tanto que muchos jóvenes se declaren "nietos de los perdedores", sino que una izquierda que ha decidido hacer políticas de derechas, con gestos cosméticos, intente que no veamos su rendición al capital. Para Irene Lozano, fue la Caída del Muro y Giddens y la Tercera Vía el comienzo de la claudicación. Yo lo adivino antes. Pero en breve reseñaré su libro, que es muy interesante. Además de divertido.




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