lunes, 19 de julio de 2010

El cine de John Hughes nos prometía la eterna juventud

Molly Ringwald
Hace unas semanas me bajé gran cantidad de películas de los 80 y comienzos de los 90 de temática teen (mucha comedia, mucha ciencia ficción) de divxclasico. Entre los actores y actrices Molly Ringwald y John Cusack; como director, por supuesto, John Hughes. Cuando murió en agosto de 2009, la mayoría de las necrológicas destacaban que dirigió Sólo en casa. Pero fue mucho más que eso: como director, guionista o productor participó El club de los cinco, Dieciséis velas (ambas con Molly), La mujer explosiva (que tuvo también una serie), Todo en un día (Matthew Broderick), La chica de rosa (de nuevo Molly), Una maravilla con clase (Mary Stuart-Masterson)... A partir de ahí su cine se infantiliza. Si en la primera etapa de su carrera, la adolescencia era su principal interés; en la segunda, lo es la infancia (con malos resultados: aunque se pueden ver tanto La pequeña pícara como Tu novio huele mal). Ya en el siglo XXI escribe algún guión, alguna historia, pero todas lamentables como Sucedió en Manhatan (aunque con mi mal gusto la he visto tres veces).


John Hughes
Lo más destacado del cine de John Hughes es que parece como si el director nunca hubiera vivido otra época que no fuera la adolescencia. Como si se hubiera quedado entre los dieciséis y los veintipocos tacos. Eso conlleva que no trate a sus protagonistas con la mirada del que ya ha vivido antes y lo puede ver con nostalgia o un distanciamiento irónico. Se diría que lo que les pasa a sus personajes, alegrías, tristezas, esperanzas desengañas,  lo siente también él.
Ese escribir como si se fuera todavía un adolescente solamente lo he encontrado en otro director y guionista (malogrado, por cierto): Kevin Williamson (aquí una crítica del piloto de su nueva serie: The Following), quien escribió la saga Scream y Sé lo que hicistéis el último verano. Pero es en su serie Dawson Crece (con Katie Holmes y Joshua Jackson) y, sobre todo, en la comedia negra Secuestrando a la Srta. Tingle (en la que curiosamente aparece Molly) donde descubrimos que al guionista y director todavía no le han cicatrizado las heridas de su adolescencia.

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