jueves, 8 de julio de 2010

Moratinos: el peor Ministro de Exteriores de la democracia


Todavía nos acordamos del gesto servil del Piqué (humillación para los españoles); de Aznar intentando vender Europa a los americanos (como canta Ferreiro) en las Azores; de Zapatero humillado por Hugo Chávez y de Zapatero decidiendo que el líder de la Oposición no debía mostrar el respeto debido a un aliado que desfilaba con nosotros en nuestro Día. Pero la cara de satisfacción de Moratinos y su compadre cubano nos dice que no puede acabar de manera tan abyecta una política exterior que nos vendieron como ética. Su entrevista con Gadafi a cuenta de Suiza fue una rendición de toda Europa (¡cuánto estimo la antigua política de las cañoneras británicas) al dictador, incluído ese Sarkozy que ganó las elecciones de su país explicando que la izquierda había caído en un relativismo que él ha aplicado igualmente con Irán, Rusia y Libia. Antes de Cuba y Libia, supimos que España suministra (pagadas, claro) armas a Colombia y Venezuela (también sigan la máxima de cuantas más armas, menos posibilidades hay de conflicto), Israel (al que critican pero le dan armas para que siga en su lucha), Marruecos (colonizador del Sáhara y único enemigo en potencia de España) o países del África negra que no creo que brillen por su democracia. Además de un rifle para Cuba: tal vez uno de los Castro se vaya de safari en plan cazador blanco, corazón negro.



Ya que hay crisis, ganemos dinero vendiendo muerte. No es que esté mal, pero no es una nueva política exterior basada en la moral o la ética.

Como legado, quiere modificar la Posición Común Europea respecto a Cuba de tiempos de Aznar. Yo no estoy de acuerdo con el bloqueo (ni en este caso ni con Milosevic o Sadam ha servido) pero que encarcerlar a unos opositores sea argumento para cambiarla me parece darle todo el poder a los Castro. Son 52 presos, pero toda la Isla es prisionera de Fidel y estas liberaciones en nada han modificado el sistema represivo cubano. A los que no destierren los pueden mandar a la cárcel cuando quieran. Es una zanahoria y el palo que, curiosamente, la aplica quien no tiene más fuerza que el hambre de su pueblo. Y nosotros la hemos aceptado con esa cara de encantado de haberse conocido que tiene Moratinos. "El hombre de La Habana en Europa", le llama la prensa anglosajona con razón. No ya es que no reciba al Exilio (a los furibundos de Miami, aunque la realidad ya no es exactamente así), sino que tampoco se ha querido ver con los disidentes que con grave riesgo de su vida claman por la libertad en Cuba. ¿Es ética esta postura? No. ¿Es realista? Tampoco. Cuando se produzca la inevitable Transición (esperemos que con los dos Castros en la tumba de muerte natural, pero a lo Ceaucescu tampoco estaría mal), qué van a pensar los demócratas cubanos de España que ha apuntalado el Régimen por unos cuantos intereses económicos como los hoteles Meliá.

Moratinos no debió visitar la Isla. El acuerdo entre Iglesia y la Dictadura no debia haber sido apoyado ni entorpecido por España o por Europa. Simplemente alegrarnos por los que ya no están en la cárcel y trabajar por una transición donde estén representados todso (por desgracia también los más listos, es decir, los que renieguen antes del castrismo, como ocurrió en España con los franquistas). Ni más ni menos.


PD. Lluís Bassets escribe en El País un artículo titulado Euroninguneo británico del que destaco un párrafo para que se entienda cómo se puede hacer a la vez una política exterior más o menos ética y que a la vez nos pueda reportar beneficios en el futuro: "Un detalle singular es el compromiso adquirido en el programa electoral (de los ganadores de las elecciones británicas) y ahora confirmado respecto a la Ayuda al Desarrollo, que se concibe como un brazo financiero imprescindible del despliegue exterior. A diferencia de los que están haciendo muchos gobiernos europeos, empezando por el de Zapatero, William Hague no admite recortes presupuestarios para este capítulo que alcanzará el 0'7% famoso del PIB en 2013, a pesar de que otros departamentos de su gabinete llegarán a recortar hasta el 40%". En Gran Bretaña son conservadores y liberales, la bicha, vamos.


PD2. Tanto El País como El Mundo presentan, en su edición escrita, la liberación de los presos como un hecho histórico o un paso hacia la apertura. Sin embargo, creo que Gina Montaner, columnista de El Mundo, es la que acierta con sus razones: "Hace años conocí en París al disidente ruso Vladimir Bukovsky, liberado en 1976 después de un largo presidio político tras un canje entre Augusto Pinochet y el Gobierno soviético. Una fría madrugada, Bukovsky fue entregado en Suiza a cambio del líder comunista chileno Luis Corvalán. Los dos opositores fueron intercambiados como si se tratara del trueque de una mercancía defectuosa condenada al exilio. Hoy, con los acontecimientos que están sucediendo en Cuba a raíz de la mediación de la Cancillería española y la Iglesia cubana con el régimen de La Habana, inevitablemente recuerdo su impactante testimonio.
Si algo han demostrado los sistemas dictatoriales es su capacidad de transformar a las personas en marionetas zarandeadas. En las sociedades cerradas -como es el caso de Cuba-, sólo un puñado de individuos se atreve a discrepar públicamente y a oponerse a los atropellos constantes. Y es a esta disidencia a la que hay que perseguir, encarcelar y finalmente aniquilar antes de que prenda su mensaje subversivo. Si no, de qué otra manera podría perpetuarse en el poder un gobierno ineficaz y cruel cuyos ciudadanos son los habitantes de una inmensa cárcel rodeada de mar.
Después de medio siglo de tiranía, los hermanos Fidel y Raúl Castro repiten una vez más la fórmula del disidente como objeto que se regala. O sea, la cosificación del opositor, negándole atributos humanos que pasan por la toma de decisiones y el ejercicio de su autonomía, convertido en ente deportable, sin derechos y a punto de abordar un avión con un billete sin retorno.
Siempre hay que alegrarse de la liberación de hombres y mujeres que han sido injustamente encarcelados por expresar opiniones contrarias; sobre todo, si han padecido condiciones tan infrahumanas que otros disidentes se han visto obligados a recurrir a huelgas de hambre para presionar internacionalmente y denunciar el horror del castrismo. Porque el fallecimiento del preso de conciencia Orlando Zapata y el estado grave en el que se encuentra el disidente Guillermo Fariñas no han sido sacrificios en vano, sino los gestos nobles de quienes ya no tienen nada que perder.Por eso cualquier prisionero que es liberado y ve la luz de día es motivo de júbilo por parte de los demócratas del mundo.
Pero es desolador, y me resulta inevitable recordar a Vladimir Bukovsky y su canje en la neblina de Zurich, comprobar que a estas alturas lo único viable sigue siendo el opositor que se obsequia al amigo de turno, previa negociación desigual y tenebrosa de la dictadura con el recluso. Son las presiones para que éste y sus familiares abandonen el país.
Las revisiones médicas de última hora para poner a punto los organismos maltrechos de quienes hasta ayer morían lentamente en sus celdas. Las visitas de noche a las Damas de Blanco para forzar la salida por la trastienda de estas impertinentes aguafiestas. Eso es lo terrible y desgarrador medio siglo después. La calle sigue siendo de los Castro y no del pueblo.
No volví a ver a Vladimir Bukovsky pero hoy me permito robarle el título de su lacerante libro titulado El dolor de la libertad, donde relata aquel canje humillante. Y luego el desconcierto cuando comprendió que al fin era dueño de su destino. Y al poco tiempo la constatación de que alcanzar la libertad duele. Es inevitable recordarlo, aunque viniera del frío. Hoy toca decirle adiós al trópico por la puerta de atrás y de camino al destierro. Como si la culpa fuera de ellos. Qué tristeza".
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