sábado, 7 de agosto de 2010

Hiroshima y la sensibilidad moderna

Hiroshima después de la Bomba
Al enfrentarnos retrospectivamente a la barbarie solemos ser equidistantes: los nazis cometieron crímenes contra la Humanidad pero los bombarderos ingleses sobre Alemania también lo fueron; los japoneses realizaron un genocidio, igual o más terrible que el alemán, en Asía pero los norteamericanos lanzaron la bomba atómica. Solamente para algunos ilustres historiadores se salvan los rusos: después de la que le hicieron los nazis qué esperaban estos que ocurriera en Alemania.


Efectivamente, Bombardero Harris hubiera sido juzgado como criminal de guerra de haber vencido los nazis. Pero siempre los vencedores juzgan a los vencidos. La táctica de los bombarderos fue errónea por ineficaz, como explica en Armagedon el periodista e historiador Max Hastings: hubieran sido más eficaces los bombardeos sobre los campos de petróleo que abastecían a la Wehrmacht. En una ciudad alemana cuyo objetivo principal era la estación del tren, un par de días después de los bombardeos éste volvía a funcionar. Del casco histórico no quedó nada. Pero Max Hastings ha sido periodista de guerra (en Las Malvinas, por ejemplo) y, como explica el único tripulante vivo del Enola Gay, "No se me ocurre una forma de hacer la guerra sin mater gente. ¿Y a usted?".
Sobre Hiroshima también habla Max Hastings en Némesis. Aunque es conveniente leer primero a Laurence Rees y su Holocausto asiático y quizá sintamos menos lástima por los habitantes de Hiroshima y Nagasaki. Pero lo evidente es que Japón atacó a traición a Estados Unidos, no podía esperar clemencia. También, según el relato de Max Hastings, los científicos del Proyecto Manhatan sabían las bajas que causaría la bomba atómica pero ignoraban los terribles efectos de las radiaciones. De todas formas, los bombardeos convencionales sobre Japón y, sobre todo, el bloqueo naval estaban ganando la guerra. Estados Unidos podía haber dejado morir de hambre a Japón. Pero un asalto a la isla hubiera producido muchas bajas estadounidenses, cosa que los americanos, como es normal, trataron de evitar. Los cálculos sobre el número de norteamericanos muertos en caso de invasión no tienen mucho sentido. El Gobierno y la mayoría de la población seguía dispuesta a luchar: solamente el lanzamiento de la segunda bomba alteró la situación. Para los más antiamericanos Estados Unidos lanzó la bomba para atemorizar a la Unión Soviética. Hay una parte de verdad: los estadounidenses insistían en que la Unión Soviética se comprometiera en la lucha contra Japón, ésta sólo lo hizo cuando derrotó a Alemania (Rusia y Japón tenían un tratado de paz) y tardó, según sus líderes, problemas de logística en llevar a sus soldados al frente oriental. La sensación para Estados Unidos es que los rusos querían recoger los frutos de la guerra y nada más: si en Europa, por desgracia, sus millones de muertos y sus ejércitos de ocupación le daban la fuerza necesaria para ocupar medio continente; Estados Unidos que había obtenido la bomba y ya no necesitaba a la Unión Soviética decidió utilizarla antes de que los comunistas ocuparan el continente asiático (de todas formas, ocurrió).
En la II Guerra Mundial ambos bandos cometieron barbaridades, pero ha sido la última guerra justa. La paz no pudo ser justa porque para vencer al totalitarismo nazi fue necesaria la unión de la democracia occidental y del totalitarismo comunista. Comenzaba la Guerra Fría.

PD. Sobre los terribles efectos de la bomba, el reportaje Hiroshima de John Hersey éstá considerado como el mejor jamás escrito. Está traducido al castellano.

PD2. El traductor de Hiroshima de Hersey al castellano, Juan Gabriel Vásquez, sobre las mentiras de Hiroshima. Un relato contrario en todo al que expresa Max Hasting en Némesis: Hiroshima y la mentira atómica.
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