viernes, 19 de noviembre de 2010

Cultura en Caravaca



Sorprendía que, conocidos los datos del paro, el frenazo a la construcción, la Glorieta interminable, el candidato socialista al Ayuntamiento de Caravaca hiciera hincapié en la escasa oferta cultural y de entretenimiento del municipio.
A primera vista, porque el impulso a la cultura ha venido desde la región, y exclusivamente para el acontecimiento «magno» del Año Santo.
En otro cualquiera Cehegín y Calasparra traen a cantantes taquilleros; y la segunda, además, teatro de calidad; Bullas funciona sin dinero pero con un fuerte asociacionismo y hasta Moratalla estrena filmes. Demasiado atrás en todos los aspectos (salvo en exposiciones) Caravaca de la Cruz si pretende ser cabeza de la comarca.
Tomemos el teatro: Pedro Ruiz y Blanca Marsillach (con Pajares —lo he intentado con Ozores, pero me sale fallecido en Internet— hasta obtendríamos cuota de televisión y el orgullo de sabernos parte de la España de Belén Esteban); mientras, en Calasparra el director Miguel del Arco (ahora con Núria Espert en La violación de Lucrecia) y una arriesgada versión de Pirandello. Dirán que Pedro por su casa llenará el Thuillier. Y me lo creo. Pero también debemos pensar en la edad de los asistentes: ¿hace todo lo posible el Ayuntamiento para acercar la cultura a las «Jóvenes generaciones»? Respuesta rápida: desde la última legislatura el área de Cultura ha empeorado en Caravaca, mientras que Juventud (que no existía más que en el papel) ha cobrado relevancia.
¿Suficiente? No. El PP ha olvidado la cultura y el entretenimiento para todas las edades: del patinete al taller de risomemoria. A los demás, qué: mayo en enero, mayo en febrero… mayo en mayo, tristeza postcoito (es decir, postmayo) y vuelta a la rueda porque en Caravaca, ya saben ustedes, las fiestas comienzan a prepararse el día 6 (adivinen el mes y busquen frase tan manoseada en las hemerotecas).
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