Político honrado

Escribes «político» seguido de «honrado» y como que las dos palabras se repelen.

Y, sin embargo, este es el nombre del concurso que propone el candidato socialista de Cehegín, José Rafael Rocamora: «es imprescindible que los políticos seamos un ejemplo claro y transparente de un comportamiento ético, más allá de otras consideraciones». Y entiendes la necesidad de los jóvenes políticos, como el ceheginero, de distanciarse de sus mayores, de que sepamos que ellos no ven los ayuntamientos como su cortijada: «la moralidad intachable debe ser una exigencia sin condiciones». 

El rechazo al político deshonesto parecen avalarlo las encuestas que sitúan a la Monarquía y al Ejército como instituciones más valoradas, y al Congreso y al Senado como las menos (Justicia aparte). Pero al corrupto lo aprueban elección tras elección los votantes. Pasen y vean a Fabra. O a cualquier otro politicastro que se lleven esposado entre dos guardias civiles: en las noticias observamos a la mitad de sus conciudadanos en la plaza mayor con la misma indignación que si «secuestraran» la talla de la Virgen y la mandaran a la capital.

Además, si en 2009 se calculaba que la economía sumergida rondaba el 20% del PIB tal vez tampoco casen «español» y «honrado». Poco que hacer mientras no se produzca un auténtico rechazo social que haga temer al empresario emplear sin contrato de trabajo. Pero, en una escala u otra, casi todos los ciudadanos hemos legitimado el engaño a Hacienda.

Más interesa saber que tenemos buenos gestores: que los ayuntamientos paguen a sus trabajadores, no supriman servicios, no leguen sus deudas a la siguiente Corporación municipal… Así que, el próximo concurso (para estas mismas elecciones y también con premio) debería ser «Político Eficaz: cómo parecerlo».

Cuántos votantes no tenemos ya asumido el saqueo de las arcas del Estado y tan solo deseamos a cambio un poco de eficiencia (disculpen el cinismo).

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