viernes, 3 de abril de 2009

Los perversos y los bondadosos


Peter Singer
Terminé de leer Nuestro lado oscuro. Una historia de los perversos de Élisabeth Roudinesco y me sorprendió las semejanzas que se encuentran entre lo abyecto y lo sublime, como es el caso de los místicos y los flagelantes cuyas prácticas continuarán otros, no para acercarse a Dios, sino en busca del goce.


Y llegamos al Marqués de Sade. "Los relatos hagiográficos del imaginario cristiano están poblados de personajes femenino que, tras haberse "desposado" con Cristo, se entregan, en el secreto de sus celdas, a una búsqueda tanto más depurada del éxtasis cuanto que sólo constituye el reverso de un programa de exterminio de los cuerpos", escribe Roudinesco sobre las místicas. Los auténticos perversos como Barba Azul o Mengele pueden compartir con los bondadosos la capacidad de hacer el mal. Tomemos otro ejemplo del libro de Roudinesco, cuando habla de zoofilia, Peter Singer, vegetariano, inspiración del Proyecto Gran Simio, otra de aquellas "ideas" que van y vienen del en ese momento recién presidente Zapatero. Bien, Singer, apoyándose en el biólogo Midas Dekkers, afirma que los animales se sienten atraídos sexualmente por los hombre, por lo tanto es el sexo consentido y los zoófilos podrían mantener relaciones con ellos e, incluso, por qué no, casarse. En España muy de vez en cuando lo publican (o publicaban) en El País.
Benedicto XVI
Con el Papa, Benedicto XVI, tenemos otro caso del bondadoso que, dentro de su bondad, actúa perversamente. El ejemplo más claro es el del preservativo. El sida, según Ratzinger, "es una tragedia que no se puede superar con la distribución de condones, que, al contrario, agravan el problema". ONUSIDA, el Programa Conjunto de las Naciones Unidas sobre VIH y SIDA, dice: "El preservativo masculino de látex es la tecnología individual disponible más eficaz para reducir la transmisión sexual del VIH y otras infecciones de transmisión sexual". La ONU, como se lee, tampoco se pilla los dedos con razón: es la tecnología más eficaz disponible, no absolutamente eficaz. Si el Papa hubiera dicho que la castidad o las relaciones sexuales dentro de una pareja estable son más eficaces que el preservativo y que, además, son consecuentes con la moral católica, sí estaría en lo correcto. Pero ha decidido que ser infalible para sus fieles le da derecho a sentar cátedra sobre ciencia: sus supersticiones dificultan el trabajo de las organizaciones humanitarias e imposibilitan que en el África cristiana (imagino el África musulmana todavía peor) pueda controlarse el SIDA.
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