martes, 6 de agosto de 2013

Peret



Peret popularizó la rumba catalana que inventó El Pescaílla antes de convertirse en “marido de…”. Imaginaba –y conmigo los miles guiris que cantaban la del borriquito- al artista de Mataró tan español como la sopa castellana hasta que hace unas semanas cantó en el Camp Nou por la independencia de Cataluña. Parecía como si de un plumazo esa trama de afectos que construyó España se borrara.
Fue el hambre la que hizo este país: cientos de miles de trabajadores del sur que, en los años 50, huyendo de la miseria del campo cayeron en la de la fábrica. Llegaron a ciudades como Badalona o Mataró –en las que tengo familia emigrante que ya solo regresa en verano, y cada vez con menos frecuencia- y allí se casaron y, prosperaran o no, las hicieron su hogar. Y dieron y recibieron y, con el tiempo, crearon unos lazos con sus pueblos de origen que enriqueció a ambos.
En nuestra comarca, Cehegín está hermanada con Premiá de D,Alt, Premiá de Mar y la ciudad del converso a la independencia Peret. Mataró cuenta con una asociación cultural Virgen de las Maravillas y cada año sus políticos han acudido a sus fiestas murcianas, no sé si por convicción o por cálculo, y pronunciado floridos discursos sobre la unión de los pueblos de España.
Eso fue ayer; hoy el cálculo es otro; y al legítimo –pero provinciano- deseo de independencia, se une la ofensa: la quema de la bandera española, que ciudadanos de Cehegín y de esas ciudades hermanadas con ella consideran la suya. El Alcalde de Cehegín ha querido recordar a los intransigentes de aquí y allí que no son los políticos, sino los ciudadanos, con lazos que ni se construyen ni se borran en un día, quienes han hecho de Cehegín una casa para los de Mataró y de Mataró una casa para los cehegineros. Ha actuado como bombero en lugar de pirómano. No suele ser lo habitual.  
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