jueves, 22 de octubre de 2009

Edurne Uriarte el editorial de El País sobre Cuba

Viajó Moratinos a Cuba para nada. Quiere cambiar la política exterior europea acerca de la Isla. No sabemos si tomó muchos mojitos en la casa de Hemingway ni que opinará de un país entero prostituido para vivir malamente. Cuando Moratinos daba vueltas por Europa y Asia (eso que los europeos por lo demás hacemos tan bien mientras las decisiones las toman Estados Unidos, Rusia, China y cualquiera), podíamos pensar: "Vaya lumbrera nos va a gobernar. Éste acaba con el conflicto palestino en cuatro días". Muchos viajes después no se conoce para qué sirve Moratinos (ni el Ministerio de Exterior español, me atrevería a decir: ¿no valdría una secretaría o que Zapatero, total, ocupara también el cargo?).
Sobre su visita a Cuba, les dejo un artículo en ABC de Edurne Uriarte, y un editorial de El País. Sobre la Presidencia española de la UE, quien sepa, que rece.

Dudas sobre Cuba

EL PAÍS
El ministro de Asuntos Exteriores, Miguel Ángel Moratinos, ha declarado que todos los objetivos de su nueva visita a Cuba han sido cumplidos. Faltaría por saber, sin embargo, cuáles eran esos objetivos. Porque lo que el ministro asegura haber obtenido podría no justificar, por sí solo, el viaje a la isla de un miembro del Gobierno español.Da la impresión de que la apertura de una interlocución al máximo nivel con el régimen castrista no habría servido para ampliar el margen de maniobra diplomático, sino para estrecharlo: si en su anterior visita, el ministro y su delegación estuvieron en condiciones de mantener un contacto con la disidencia, en esta ocasión se han visto obligados a renunciar a cualquier gesto. Y por lo que respecta a las relaciones bilaterales, la delegación española se habría conformado con jugar en el terreno que la parte cubana mejor maneja, anegando la agenda de problemas muchas veces creados de manera artificial para evitar el diálogo sobre las cuestiones decisivas. La liberación del disidente Nelson Alberto Aguiar Ramírez, además de un empresario español, con que Raúl Castro quiso gratificar la visita del ministro español es una gran noticia desde el punto de vista humanitario. Desde el punto de vista político, sin embargo, podría no ser otra cosa que la repetición del implícito chantaje al que el castrismo pretende someter a sus interlocutores internacionales. Si éstos ponen el acento en las exigencias de democratización, deben abandonar cualquier esperanza de obtener medidas de gracia para los presos políticos, y viceversa. Por eso es discutible la afirmación del ministro Moratinos en el sentido de que la liberación de Aguiar Ramírez sea la prueba de que su estrategia está dando resultados. Lo que tal vez demuestre es que, con visitas como ésta, el régimen cubano está en mejores condiciones de volver por donde solía. Moratinos anunció su voluntad de trabajar para que la Unión Europea abandone su actual política hacia Cuba. Se trata, sin duda, de una política equivocada. Pero el problema consiste en sustituirla sin que el régimen cubano pueda obtener beneficios del cambio y sin que, por otra parte, los socios europeos se sientan instrumentalizados por los intereses de España. Esta visita no sólo no ha contribuido a alcanzar estos dos objetivos, sino que podría haberlos complicado un poco más.

El amigo de Castro

EDURNE URIARTE
El Gobierno utiliza habitualmente una excusa para justificar esa estrecha y magnífica relación con la dictadura cubana que le ha valido el demoledor editorial del The Wall Street Journal sobre Moratinos, «El hombre de Castro en Europa». La excusa de que el diálogo favorece la transición a la democracia. Burda fantasía que desmontó contundentemente el disidente cubano Oswaldo Payá el martes, en el programa de Félix Madero, en Punto Radio.
Ocho y media de la mañana en España y dos y media de la madrugada en La Habana de Payá, con un zumbido persistente que el régimen había introducido en la comunicación para que la entrevista fuera imposible. Pero Félix mantuvo la conexión contra viento y marea y pudimos oír un revelador testimonio de lo que piensan los demócratas cubanos sobre la política del Gobierno hacia Cuba.
«Es un insulto a nuestra dignidad y a nuestra inteligencia decir que hay algún signo de cambio» afirmó Payá sobre esos supuestos cambios en Cuba con los que Moratinos adorna sus abrazos y arrumacos con Raúl Castro y con los que el Gobierno pretende convencer a los países europeos para aprobar una «relación bilateral» con la dictadura. «Y se ha intensificado la represión contra nuestro grupo, Proyecto Varela», añadió. Y el Gobierno ni siquiera puede echar mano de la habitual estratagema de destruir el testimonio de los disidentes con aquello de que son «los exaltados» de Miami, con un Oswaldo Payá que es, ante todo, un pacifista y vive en la isla.
Sobre la segunda excusa que también utiliza el Gobierno, esa de las obligaciones diplomáticas con todos los gobiernos, Payá valoró la doble vara de medir con la Honduras de Micheletti que tiene convocadas elecciones democráticas el mes que viene y con los dictadores cubanos. «Estamos desolados», sonó firme y emocionada la delicada voz de Payá.
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