viernes, 18 de junio de 2010

Más sobre Israel

Si me interesa tanto Israel es porque se trata del único pueblo que me cae bien. Es una tontería que un pueblo te guste o no: en el fondo, te gustan las personas, no los pueblos o las identidades. Pero no lo puedo evitar. Admiro a los franceses y más todavía a los ingleses, pero si hubieran desaparecido de la Historia me alegraría. Igual me ocurre con Marruecos y mi parte más guerrera me dice de vez en cuando que si hubiéramos cumplido el testamento de Isabel la Catolica en vez de mariposear en Holanda y el Imperio, el norte de África sería nuestro y a los africanos les hubiera ido bastante mejor.
Dicho esto, me inquieta la deriva de Israel, la noticia que hoy trae Enric González sobre los ultraortodoxos que exigen la Torá por encima de la ley. Los islamistas acabarán con el Estado laico Turco y los fanáticos judíos con Israel. Me molesta más porque el objeto de discriminación son niñas sefardíes, es decir, de origen español y portugués, que tuvieron una cultura esplendorosa, nada que ver con los asquenazíes. Los sefarditas calcaron tanto el modelo hispano que en su exilio de Portugal no querían mezclar su sangre con los centroeuropeos a los que consideraban poco menos que esclavos.

Ayer Toni Judt, el historiador progresista más interesante (lean su Postguerra o Sobre el olvidado siglo XX) firmaba este artículo: Israel sin clichés. Yo le añadiría dos libros que responden a algunas cuestiones del artículo: el lobby judío en Estados Unidos y el victimismo israelí. El primero es El lobby israelí y la política exterior de Estados Unidos de John J. Mearsheimer y Stephen M. Walt; el segundo, Judíos: ¿vergüenza o victimismo? de Peter Novick. Ninguno es antiisraelí, circunstancia que no tengo tan clara en el periodista Robert Fisk, que es un coñazo cuando decide que es la voz moral de Occidente, pero tiene capítulos sobre Palestina y la Intifada de interés en La gran guerra por la civilización.
Votar esta anotación en Bitácoras.com

0 comentarios: