sábado, 5 de junio de 2010

Reflexiones sobre Israel, Palestina y Europa (I)

La crisis actual entre Israel y Palestina (y sobre todo lo que nos toca a los europeos) merece una pequeña reflexión: en primer lugar, sobre la creación de Israel, que nada tuvo que ver con una conjura capitalista; en segundo lugar, sobre la crisis actual, aunque si uno lee El País (la parte de mí que le dan igual cien palestinos o israelíes, o de donde sean mientras no sean de aquí, muertos se alegró de que Enric González, con diferencia el mejor periodista español), El Mundo o ABC las conclusiones son diametralmente diferentes. Ayer por ejemplo los enviados de El País y El Mundo en Turquía daban versiones totalmente diferentes: para el de El Mundo la multitu en los funerales gritaba "Nosotros somos Hamás", para el de El País sólo hubo silencio y lágrimas.

En tercer lugar, lo que nos toca a los europeos: Europa debe comprometerse con la creación de un Estado Palestino por principios. Pero si alguien piensa que esto significa que el odio de los musulmanes a Occidente va a desaparecer, va tan desencaminado como los ilusos que creían que tras la salida de Iraq España dejaría de ser objetivo islamista. Sobre este tema, el más polémico, trataré más adelante con calma: pero una reflexión a bote pronto: desde la época de los atentados en el Hotel Rey David más o menos (hablamos de 1946) los judíos no han atentado contra Europa. No se puede decir lo mismo de los musulmanes.


Creación de Israel


1. Desde la Edad Media (aunque hubo persecuciones romanas y de los pueblos bárbaros) el pueblo judío ha sido considerado un cuerpo extraño en Europa. Entre 1492 y 1945 se hace imposible su existencia europea. Las fechas son relativas: en España la expulsión de 1492 es la última de las medievales (hay que recordar que Enrique VIII felicita a los Reyes Católicos por su medida o, en el plano literario, la Rebeca de Walter Scott debe abandonar Inglaterra y marchar al Reino de Granada) y tras la derrota nazi, en territorios ahora dominados por los soviéticos, continúan los pogromos y la última campaña genocida de Stalin (que no llevó a cabo porque murió) tenía como destinatarios los médicos de origen judío.

2. A pesar de que se les considerara un cuerpo extraño, lo más triste es que en el periodo de entreguerras cada vez había un mayor número de judíos asimilados como demuestran historiadores como Niall Ferguson. Baste saber que en la I Guerra Mundial fue proporcionalmente mayor el número de judíos alemanes condecorados que los llamados arios puros. En principio, ni Hitler se atrevió a ir contra ellos.

3. Las ideas de Theodor Herzl y otros líderes sionistas de construir un Estado judío en Israel o en otro emplazamiento no fueron mayoritarias hasta que la persecución la hizo inevitable.

4. Aunque el racismo biológico considerara al judío un cuerpo extraño, fueron judíos (no religiosos) los nombres más importantes que dio Europa para comprender el fin de la idea cosmopolita que supuso el Imperio austrohúngaro y el comienzo de los nacionalismos-totalitarismos. Nuestra época no sería la misma, para mal o para bien, sin Einstein, Freud, Marx, Kafka o Wilder, quizá los últimos auténticos europeos en un mundo cada vez más pueblerino.

5. Al Imperio británico le corresponde gran parte de la responsabilidad de lo que ocurre en Palestina (que comprende la actual Jordania, Palestina e Israel) por jugar a dos cartas: la declaración Balfour del 2 de noviembre de 1917 por la que se declara favorable a un hogar nacional judío (no pensaban en un Estado) en plena I Guerra Mundial es acompañada de promesas a los reyezuelos árabes si se levantan contra el Imperio Otomano.

6. Durante la II Guerra Mundia, aunque mitificado en películas – libros como Éxodo, Gran Bretaña intenta impedir que los judíos que sufren el Holocausto emigren a Palestina. Por otra parte, los estadounidenses, que tienen espacio de sobra en su país, endurecen sus leyes de inmigración.

7. El Imperio británico es incapaz de controlar sus dominios. En Grecia (aunque no fuera dominio suyo) no tiene más remedio que dejar que sean los norteamericanos los que lidien con los comunistas. La comisión Peel presenta en 1947 un plan que divide Palestina en dos con Jerusalén como ciudad internacional. Este plan era injusto para los palestinos toda vez que en ese momento todavía eran mayoría en el territorio (aunque es un plan que los menos radicales (si existen palestinos no radicales después de los últimos acontecimientos) aceptarían ahora encantados). Los israelíes lo aceptan y los árabes (hay que decir que los palestinos en esta y otras de sus luchas son engañados por sus “hermanos” árabes que no pensaban en una Palestina independiente sino en anexionársela) se preparan para la lucha. Es cierto que la violencia terrorista ya ha empezado en ambas partes. El 14 de mayo de 1948 Ben Gurión (no perderse los retratos que de él, de Golda Meir y de Dayán hace Montanelli) proclama el Estado de Israel; los países árabes le declaran la guerra.

7. La ayuda estadounidense. Siempre se ha hablado de la ayuda estadounidense, que es cierto que fue vital. Pero no en la forma que se cree: Golda Meir, ministra de Exteriores, viajó a Estados Unidos a recaudar dinero entre los judíos norteamericanos y les dice: “No os toca decidir si debemos o no proseguir con la lucha. Nos batiremos. Jamás la comunidad judía de Palestina izará la bandera blanca ante el Gran Mufti de Jerusalén. Os toca decidir quién alcanzará la victoria: nosotros o el Mufti”. El éxito recaudatorio es prodigioso. Pero Estados Unidos no les vende armas. Aquí entra la Unión Soviética, quien obliga a su satélite checo (su fábrica de armas, la Skoda, antes y durante los nazis fue la cuarta o quinta del mundo) a vendérselas. No sólo eso. La Unión Soviética reconoce antes a Israel que Estados Unidos que temía por el petróleo árabe. Para la Unión Soviética ciertas experiencias o experimentos israelíes son comunistas, como los famosos kibutz, por lo que pueden aliados suyos. Si no es así, tarde o temprano Israel puede ser un problema entre Estados Unidos y sus aliados árabes como así sucede. Son las armas soviéticas y el dinero norteamericano (y sobre todo la resolución judía que de un pueblo que nunca había sido militar ni agricultor se convirtió en el mejor en ambos campos) las que permiten la victoria israelí sobre un enemigo mucho más numeroso pero desunido.

8. La Naqba. Seiscientas mil palestinos huyeron de Palestina cuando comenzó el conflicto confiados en que regresarían acompañando a las tropas árabes. A muchos se les expulsó como se puede leer en un autor pro israelí como Joan B. Culla. Antes del abordaje de la flotilla, El País publicaba El día de la 'Nakba' y del engaño de un autor israelí crítico con la versión palestina. Más interesante que este artículo (no del todo cierto) eran las reflexiones que desde Jerusalén hacían Enric González sobre los judíos que fueron expulsados de los países árabes cuando comenzó la guerra y que nunca han podido regresar a sus casas en Turquía, Arabia e Irán.

Hasta aquí el nacimiento del Estado de Israel

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