En Estados Unidos las Primarias tienen una amplia tradición: empezaron con Roosevelt (el imperialista, no el del New Deal) y su desaparecido Partido Progresista; después le siguieron los demócratas y republicanos. Aunque como se puede ver en la magnífica serie El Ala Oeste de
En España el Partido Socialista se ha asustado cuando se ha mentado la bicha: las Primarias. No las querían en Madrid, tampoco las querrán en Murcia y, sin embargo, al PSOE las Primarias le han funcionado. Con Josep Borrell consiguieron ilusionar a muchos de sus afiliados hartos de la corrupción y el desgaste de sus anteriores líderes, aunque luego éstos se la devolvieron a Borrell y acabó estrellándose en las Elecciones el candidato del aparato. Más tarde también José Luis Rodríguez Zapatero consiguió devolver el optimismo a los socialistas, aunque sólo les ofreciera talante. Por tanto, en Comunidades Autónomas como Murcia o Madrid donde sus posibilidades de ganar son nulas, un proceso en el que el militante se sienta partícipe y se puedan presentar diferentes proyectos no debe ser malo, sino todo lo contrario. El problema es que la decisión que tomen los vontantes va a ser más cuestión de carisma que de proyecto. Porque todo el socialismo después de
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