Durante estos años del Tripartito catalán (algunas de sus políticas, aunque de momento muy lights, dentro del socialismo europeo son las más cercanas al totalitarismo, al pensamiento único) se ha criticado el que multe a quien no rotule los carteles en catalán.
No es cierto: también multan a quien no rotule en castellano. Aunque la información de El País utiliza en su titular un verbo significativo: mientras que Cataluña multa por no etiquetar en español. Impone sanciones para defender el catalán. Cataluña multa a 94...
¿Hasta qué punto necesita defenderse el catalán? ¿Cómo se defiende un idioma? ¿Es una doncella ultrajada? ¿Por qué se defiende el catalán y no los catalanohablantes?
Multar a quien no rotula en castellano o en catalán o en eusquera o en panocho (si los capitalinos deciden en el Estatuto murciano que nos endosarán que tiene algún interés fuera de su Huerta) nos aleja del liberalismo y nos acerca a los populismo. Un empresario tiene el derecho de rotular en catalán, idioma elfo, castellano o en klingon. A lo mejor un marroquí ha abierto una carnicería donde se mata al animal como indica la tradición islámica y sus clientes son todos marroquíes... O es indio... O es chino. Para el negocio le iría mejor rotular también en castellano y en catalán (si estamos en Cataluña). Pero es su libertad. Para su integración también le iría mejor aprender estos idiomas. Como su historia, su música, su literatura...
Pero esto es solamente tradición. Un idioma no son valores. Al inmigrante hay que exigirle que respete nuestra Constitución, que tiene su base en los Derechos del Hombre, no en nuestras costumbres, que puede ignorar, hacer suyas o, incluso, enriquecerlas.
Pero las multas lingüísticas no son símbolo del progreso, al contrario, nos retrotrae al nacionalismo cerril de finales del XIX y principios de XX y que sobrevive en América Latina y está cobrando relevancia de nuevo en Europa (precisamente la Europa del Norte, ya que no supimos recrear su Estado del Bienestar, espero que no hagamos lo mismo con el racismo que nos llega).
No es cierto: también multan a quien no rotule en castellano. Aunque la información de El País utiliza en su titular un verbo significativo: mientras que Cataluña multa por no etiquetar en español. Impone sanciones para defender el catalán. Cataluña multa a 94...
¿Hasta qué punto necesita defenderse el catalán? ¿Cómo se defiende un idioma? ¿Es una doncella ultrajada? ¿Por qué se defiende el catalán y no los catalanohablantes?
Multar a quien no rotula en castellano o en catalán o en eusquera o en panocho (si los capitalinos deciden en el Estatuto murciano que nos endosarán que tiene algún interés fuera de su Huerta) nos aleja del liberalismo y nos acerca a los populismo. Un empresario tiene el derecho de rotular en catalán, idioma elfo, castellano o en klingon. A lo mejor un marroquí ha abierto una carnicería donde se mata al animal como indica la tradición islámica y sus clientes son todos marroquíes... O es indio... O es chino. Para el negocio le iría mejor rotular también en castellano y en catalán (si estamos en Cataluña). Pero es su libertad. Para su integración también le iría mejor aprender estos idiomas. Como su historia, su música, su literatura...
Pero esto es solamente tradición. Un idioma no son valores. Al inmigrante hay que exigirle que respete nuestra Constitución, que tiene su base en los Derechos del Hombre, no en nuestras costumbres, que puede ignorar, hacer suyas o, incluso, enriquecerlas.
Pero las multas lingüísticas no son símbolo del progreso, al contrario, nos retrotrae al nacionalismo cerril de finales del XIX y principios de XX y que sobrevive en América Latina y está cobrando relevancia de nuevo en Europa (precisamente la Europa del Norte, ya que no supimos recrear su Estado del Bienestar, espero que no hagamos lo mismo con el racismo que nos llega).
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