Fui yo el que echó la famosa fotografía desaparecida...
La reconocí esa mañana por las calles de París. La reconocí aunque habían pasado ya muchos años desde que la vi por primera vez en un cine de la capital interpretando a Garance unos pocos meses después de su guerra.
Había cambiado, pero no tanto como yo, que entonces salía por primera vez de España para no regresar.
Tras espiarla sin mucha fortuna (o más bien acechándola torpemente para que me sorprendiera), se me encaró mientras miraba un escaparate. Balbuceé unas palabras, las pocas que aprendí en francés, y sonrió con mi acento: "los Tercios, Franco, Santa Teresa...", recitó.
Sonrió de nuevo, se agarró de mi brazo y durante unas horas fue su portamaletas por las calles heladas de París. Hablábamos (hablaba sin parar) sin que yo la entendiera apenas, tan solo cuando se pasaba al inglés, que dominaba perfecto pero no quería usar. "Lo nuestro era show art y no show business", señaló en referencia a Los niños del Paraíso. No quise decirle que justo lo contrario escuché a un productor de Hollywood cuando llegué a Los Ángeles en lo que esperaba fuera un año sabático de hijo del Ejército de la Victoria. Pero sí le pregunté por la versión teatral de El tranvía llamado deseo y su encuentro con Marlon Brando. "Antes hubiera hecho un gang bang con toda la Waffen SS que acostarme con ese mono", me dijo provocativa. Como años antes le explicó a uno de tantos comités de Depuración que su culo era internacional.
Con un gesto indicó a un coche que parara, y los paquetes de Arletty pasaron de mis manos a las suyas. Cansada de andar le ordenó que nos llevara al número 9 de la calle Gît-le-Coeur...
Continuará
Arletty recuerda a Céline
La reconocí esa mañana por las calles de París. La reconocí aunque habían pasado ya muchos años desde que la vi por primera vez en un cine de la capital interpretando a Garance unos pocos meses después de su guerra.
Había cambiado, pero no tanto como yo, que entonces salía por primera vez de España para no regresar.
Tras espiarla sin mucha fortuna (o más bien acechándola torpemente para que me sorprendiera), se me encaró mientras miraba un escaparate. Balbuceé unas palabras, las pocas que aprendí en francés, y sonrió con mi acento: "los Tercios, Franco, Santa Teresa...", recitó.
Sonrió de nuevo, se agarró de mi brazo y durante unas horas fue su portamaletas por las calles heladas de París. Hablábamos (hablaba sin parar) sin que yo la entendiera apenas, tan solo cuando se pasaba al inglés, que dominaba perfecto pero no quería usar. "Lo nuestro era show art y no show business", señaló en referencia a Los niños del Paraíso. No quise decirle que justo lo contrario escuché a un productor de Hollywood cuando llegué a Los Ángeles en lo que esperaba fuera un año sabático de hijo del Ejército de la Victoria. Pero sí le pregunté por la versión teatral de El tranvía llamado deseo y su encuentro con Marlon Brando. "Antes hubiera hecho un gang bang con toda la Waffen SS que acostarme con ese mono", me dijo provocativa. Como años antes le explicó a uno de tantos comités de Depuración que su culo era internacional.
Con un gesto indicó a un coche que parara, y los paquetes de Arletty pasaron de mis manos a las suyas. Cansada de andar le ordenó que nos llevara al número 9 de la calle Gît-le-Coeur...
Continuará
Arletty recuerda a Céline
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