jueves, 16 de febrero de 2012

Patrimonio de todos: el Tío Juan Rita


«Me sirven las aceras para almohada, soy patrimonio de la humanidad», cantaba guasón Robe Iniesta. Y patrimonio de la humanidad es el homenajeado en Barranda, el Tío Juan Rita. O Bien de Interés Cultural, como lo calificó el alcalde Domingo Aranda cuando el Tío Juan Rita destapaba la placa que lleva su nombre en el Museo de la Música Étnica de Barranda.

El presente y futuro del trovo parece asegurado en Murcia (o en la Sierra del Segura, para los que todavía se la tienen guardada a Javier de Burgos por su ocurrencia de 1833). Además, desde hace unos años, en las fiestas de barrios y pueblos, se recuperan los juegos de nuestros abuelos (a este paso, con la crisis, los niños deberán olvidarse de la play y «si estás aburrido date con una piedra en la espinilla», que me decía mi vieja). Una labor encomiable para rescatar lo popular.
¿Y los oficios tradicionales? El sereno, el afilador, el limpiabotas, la violetera (vivo desde hace unos días en un cuplé), el que hacía ganchillo para calmar los nervios como ahora se hace yoga… estos trabajos parecen irrecuperables: cuesta más barata la producción en cadena. Solo las clases altas (no tengamos miedo a hablar de clases sociales; el problema de España: a este ritmo nos quedamos sin clase media) podrán permitirse pagar esta labor artesanal como medio de diferenciarse del resto. A la espera: tengo un tío abuelo que hace maravillas con el esparto (no solo cestas para caracoles o soplillos para avivar el fuego). Cuando Lady Gaga se canse de su vestido de carne, allí estará él para cubrirla de «fino» esparto.
Mientras en los Niuyores los cazadores de tendencia no decidan por nosotros (víctimas de la moda) qué se lleva la próxima temporada, y las cuadrillas no toquen en Times Squarem queda este homenaje sentido del pueblo de Barranda al Tío Juan Rita, que cumplió un siglo.
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