jueves, 27 de diciembre de 2012

Dexter 7: explotando la gallina de los huevos de oro

Dexter no sorprende como en su primera temporada; ni encuentra un adversario a su altura (Trinity en la cuarta).
En estos años su creador nos ha llevado a preguntarnos (y a preguntarse Dexter con nosotros) si nuesto sicópata favorito puede tener familia, amigos (la tercera, con su amigo político que, por ejemplo, a Romu no le gusta y a mí sí: tal vez porque lo interpreta el Matt Santos de El Ala Oeste de la Casa Blanca); un mentor; una pupila... También se ha planteado la paternidad; el sexo; el asesinato como cualquier adicción; la religión... Con la religión y la sexta temporada Dexter tocó fondo.
Nos debían una séptima que, mejor, hubiera sido la última.
¿Decepcionante? ¿Sí, no?

El que lea a partir de aquí imagino habrá visto esta séptima temporada y las anteriores.
Los guionistas se han decidido a disparar en todas direcciones: Dex y Deb, la mafia, el amor sin fingimiento, el nuevo trabajo de Batista, la resurección del caso cerrado del Carnicero de la Bahía...
El primer capítulo prometía y, por fin, la frase mágica de Deb: Are you a...?
Dexter y Hannah
Y, en su conjunto, no ha estado mal esta séptima temporada. Pero, si profundizamos, a la vez ha resultado decepcionante. No ha estado mal porque, como acaba, pocas posibilidades hay de que la estiren más allá de la séptima y porque los guionistas han creado muchísimas subtramas. El problema reside en que ninguna de esas subtramas se ha cerrado bien: aparte de Hannah, que no la reservarán para la octava y última, la historia de Quinn y la bailarina, ¿tiene interés?; el friki de la mano ya era un mal personaje en la sexta, ¿pero era inevitable quitárselo así de la serie porque no se sabía qué hacer (¿por qué no más Aimee García -la sobrina de Batista- con lo atractiva que es?); Laguerta y su antecesor unidos en busca del Carnicero podría haber estado bien, pero tampoco acaban de concretar; como esa minihistoria de Batista y su bar.
Hannah McKay sí es un personaje en condiciones; al igual que Isaak, el mafioso homosexual con el que Dexter Morgan tiene algunas de sus conversaciones tan interesantes. ¿Pero era necesario que muriera tan pronto?
Queda Michael C. Hall (pero estoy deseando que se centre definitivamente en el cine o cambie a otra nueva serie, nuevos retos) y Jennifer Carpenter (buena actriz, pero se han pasado los guionistas: temporada tras temporada, sufrimiento tras sufrimiento).
Comenzará la octava temporada y la veré. Pero juro que, como no sea la última, me apeo de Dexter, el que fuera mi sicópata favorito. Ahora tengo a Alice Morgan de Luther. Aunque, tras la cuarta, para qué continuar con una serie que ya había dicho todo (porque es la segunda serie más pirateada por Internet: 3.850.000 descargas).
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